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jueves, 30 de diciembre de 2010

Año Nuevo

Con signos aciagos de antiguos videntes,
Foto: Wikipedia
deseos de paz y libertad
amor, pasión y solidaridad
se inicia un año nuevo.

Despertamos esperanzas
hacemos promesas y esperamos
que la vida sea mejor que ayer
ya que el mañana está lleno de posibilidades.

Después miramos atrás
y sentimos el sabor agridulce
de fracasos y triunfos
aunque la vida nos entrega mucho más.

Solo falta mirar a tu costado
para saber que lo que buscabas
estaba simplemente a tu lado
y no en el falso espejismo del mañana
ni en lo sueños perdidos del ayer.

(Poesía Anónima-1949)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Un invierno de lobos

La expresión un invierno de lobos es muy popular en Escandinavia ya que describe lo duro que puede ser el invierno en algunas ocasiones. Acostumbrados a vivir inviernos menos fríos en las últimas décadas, y a escuchar lo del recalentamiento del planeta, el impacto de vivir el invierno más frío desde hace más de cien años nos sorprende a todos. Montañas de nieve en las calles y en los lugares abiertos, pueblos aislados, aviones en tierra, trenes atascados, buses en la banquina, son algunas imágenes que estamos acostumbrados a ver en estos días en muchos lugares de Europa.

Este duro invierno del 2010 me trae recuerdos de otro que viví en Suecia, y durante diez días en la Polonia socialista de 1978. En aquélla época había conocido a un colombiano que estudiaba en la Universidad de Varsovia y que en los veranos viajaba a Malmö, el sureño puerto sueco vecino a Copenague. Víctor era su nombre, y nos contaba que con tres meses de trabajo durante la estación de verano en Suecia, podía mantenerse el resto el año en Varsovia, donde tenía al parecer una beca de estudios muy baja. Ese verano del ´78 nos invitó a pasar Fin de Año en su apartamento de Varsovia. Recuerdo que estaba obsesionado con que le lleváramos café, filtros de papel para colar el café y papel higiénico, porque lo primero en Polonia sabía a jugo de calcetines, decía, el segundo no existía y el tercero era carísimo. Iba a ser la primera experiencia de conocer un país socialista y Varsovia en particular, así que no dudamos en realizar nuestro primer viaje a tierras polacas pasando por Alemania Oriental.

Ese invierno del 78 batió también récords en bajas temperaturas que alcanzaron los -35C°. El viaje lo decidimos junto con Abel y Berta su pareja, quienes tenían un bebé. María del Carmen era mi esposa en ese entonces, y nos acompañaban Mariana , María y Soledad, que también era un bebé. Con una imagen romántica de lo que eran los países socialistas de entonces pensábamos que era una aventura conocer el socialismo real que estaba siempre en el centro de la polémica.

Ya cuando nos encontrábamos en el ferry comenzó una nevada espesa y brutal. Al llegar al puerto de Sassnizt, en la entonces Alemania Oriental, descubrimos que la nevada había cubierto la ciudad, las calles estaba taponadas con montañas de nieve en los costados, no se veía a nadie en las calles. De todas formas decidimos audazmente continuar viaje y preguntando fuimos a desembocar a un cruce de carreteras que nos llevarían hasta las famosas autopistas construidas por Hitler, y que todavía estaban en buenas condiciones. Sin embargo los carteles apenas podían verse sobre la dirección correcta que debíamos tomar.

La mala suerte fue que la elección fue errónea y equivocamos el camino, introduciéndonos en territorio prohibido para los turistas, sabíamos que en Alemania Oriental los turistas tenían restringida la circulación por la mayoría de las carreteras y caminos por la tensión de la Guerra Fría y el temor al espionaje.. Y no habíamos recorrido muchos kilómetros cuando una larga columna de vehículos blindados y camiones hizo su aparición entre la espesa nieve. En ese momento nos dimos cuenta que estábamos en territorio prohibido y que frente a nosotros teníamos a las tropas del Pacto de Varsovia en algún tipo de maniobras o despliegue. Un capitán se acercó a nuestros coches e inmediatamente se dio cuenta que por nuestras caras sorprendidas y no menos asustadas, estábamos probablemente perdidos. Tal vez la presencia de los chicos en los dos coches también le habrán tranquilizado, y con buenos modales nos pidió que regresáramos y tomáramos el otro camino que habíamos desechado. Con toda premura pudimos regresar sin ser interrogados en el lugar o llevados a un lugar de detención, y pudimos continuar viaje esta vez correctamente rumbo a Varsovia.

Sin embargo nuestro viaje fue a partir de ese momento vigilado por vehículos particulares que se mantenían a distancia detrás nuestro, pero nunca nos detuvieron, sólo controlaban que nos dirigíamos a donde habíamos dicho: a la frontera con Polonia. Como las niñas estaban cansadas y las bebés necesitaban ser atendidas con mayor comodidad decidimos pernoctar en un hostal al borde del camino, que milagrosamente encontramos cuando era medianoche. Allí pudimos comer y descansar toda la noche, y después del frugal desayuno, café con leche y pan con manteca, un lujo dadas las circunstancias, nos pusimos en camino nuevamente.

Llegamos a la frontera a eso de las 10:00 de la mañana,  también muy vigilada. Allí no había nevado  y el frío no bajaba de los -5 C°.  Pasamos sin embargo una severa inspección de los coches y pasaportes, controlando con espejos debajo de los vehículos, y una revisión manual de lo que llevábamos en ellos. Ni los paquetes de pañales se salvaron de ser revisados. Cuando reiniciamos el viaje la temperatura empezó a caer de una forma espectacular. De unos -5C° pasó de pronto a -30C° poniendo a prueba el sistema de calefacción de nuestros coches, una combi Volvo Amazon del 65, y un algo más moderno Saab de mi amigo Abel. Para colmo de males María tenía que limpiar el parabrisas por dentro con una espátula ya que la ventilación del Volvo dejó de funcionar y se formaba una fina capa de hielo que me impedía ver el camino. Realmente una locura conducir así, pero deseábamos llegar cuanto antes a la casa de Víctor. Además nos habíamos quedado casi sin combustible así que nos detuvimos en una estación de servicio para llenar el tanque. En Polonia entonces había que tener cupones para poner nafta o gasoil. Así que habíamos comprado los cupones antes de salir para no estar desprevenidos. Yo aproveché para limpiar el parabrisas con alcohol e incorporar una espátula más para quitar el hielo.

Al fin llegamos, orientados por un mapa y preguntando a los que se habían atrevido a salir a la calle ya con -15C°, a la casa de Víctor que nos esperaba ansioso. Nunca le habíamos preguntado con qué comodidad contaba para alojarnos, nos había bastado su buena voluntad de invitarnos, así que no fue una gran alegría encontramos con un reducido apartamento que no contaba con más de dos ambientes, cocina y baño. Otra desilusión fue comprobar que la calefacción no era central, sino consistía en una especie de brasero colocado en el centro del salón donde se quemaba el carbón, que por suerte expulsaba el aire tóxico por medio de un tubo fuera del apartamento. Como la temperatura seguía descendiendo el calor del brasero apenas alcanzaba para mantener la temperatura por encima de los +-0C°. Así que toda la ropa de abrigo que que teníamos a nuestro alcance era poca para sentirnos calientes, y dormíamos vestidos los nueve en la sala, en sacos de dormir que habíamos llevado con nosotros, prevenidos por Víctor. Además el único dormitorio que contaba el apartamento estaba frío como un témpano. Allí nadie podía dormir a riesgo de morir congelado.

Víctor nos informaba que las tormentas de nieve arreciaban por todo el norte de Europa, los aeropuertos estaban cerrados, los ferrocarriles estaban paralizados y había gente que moría congelada en las carreteras. El escenario no podía ser peor para regresar a Suecia, regreso que se vio además atrasado porque al Saab de Abel se le averió la bomba del embrague. Recorrimos en mi Volvo todos las agencias que vendían autos extranjeros pero el Saab era una marca inexistente en Polonia. Al mismo tiempo recorríamos supermercados donde las góndolas bostezaban vacías de mercaderías, así que con suerte a veces conseguíamos huevos en un lugar, un pollo congelado en otro, pan y mateca, y así otros productos que necesitábamos para poder comer todos los que allí convivíamos, que éramos nueve con las cuatro niñas.

En nuestra búsqueda de la bomba de embrague nos encontramos con filas de empleados de oficinas con picos y palas limpiando las vías del tranvía. Parecía una imagen de las películas anticomunistas de Hollywood de la época, o mejor dicho, ninguna de ellas podría haber igualado en realismo semejante fenómeno donde se descubría la falta de infraestructura para realizar el trabajo con máquinas y evitar semejante sacrificio de la población con los -35C° a los que estaba llegando la temperatura. Los rostros tapados de la gente, que eran decenas, y sus torpes movimientos, eran un golpe duro a las convicciones de que el mundo socialista era superior a lo que hasta entonces habíamos conocido.

Finalmente se produjo el milagro. Un mecánico chileno que se había refugiado en Varsovia después del golpe de Pinochet, pudo adaptar después de mucho esfuerzo, una pieza de la marca rusa de autos Vaz al Saab. En el garaje de un amigo polaco de aquél hábil mecánico, Patricio creo que se llamaba, nos servían vodka para calentarnos ya que allí no había calefacción. El frío era tan intenso que el vodka se congelaba en la parte superior y nos reíamos bromeando que el servicio era perfecto: vodka on the rocks.

Una vez solucionado el problema obligados por el vencimiento de nuestras visas, que ya no podíamos renovar por segunda vez, decidimos María y yo partir a Suecia un día antes que Abel y Berta.
Además yo debía comenzar a trabajar inmediatamente en mi primer trabajo: haciendo limpieza en un supermercado de la ciudad de Lund, donde vivíamos.

Ese viaje de regreso fue una de las peores experiencias que tuve como conductor. Los días son muy cortos en invierno, así que a pesar de que salimos a media mañana de Varsovia, a esos de las cuatro de la tarde ya estaba oscuro, y todavía no habíamos llegado a la frontera con Alemania. Las carreteras polacas de entonces no tenían un buen mantenimiento, así que las placas de hielo y la misma nieve nos cerraban el paso en muchas ocasiones, lo que demoraba aún más el viaje, porque había que conducir lentamente. Cuando se hizo de noche cerrada descubrimos lo importante que son las señales que se disponen a orilla de las carreteras, en cuyo extremo se coloca material que refleja la luz de los faros del coche. Al no existir dichas señales, había que adivinar realmente por donde iba la huella del camino, y no siempre era visible porque a esa hora apenas había alguien que se aventuraba por esas carreteras. Varias veces me tuve que bajar para cerciorarme de que realmente estábamos en la carretera. Tampoco se veían luces de posibles casas cercanas para pedir auxilio en caso de necesidad. Una pesadilla verdaderamente. Mariana y María que tenían diez y och años por suerte dormían en sus sacos de dormir, y Sole también lo hacía en brazos de María.

Arribar a la frontera alemana fue todo un festejo, aunque en una nueva inspección aduanera nos quitaran inexplicablemente unos adornos de cerámica sin más valor que su originalidad, es decir hechas por artesanos polacos. Pagamos el soborno en "natura", porque otra de las experiencias vividas era la corrupción a todos los niveles en Polonia y DDR.

A partir de allí por fortuna, las condiciones del camino mejoraron y pudimos llegar a tiempo para embarcarnos en el Ferry rumbo al puerto sueco de Trelleborg. Atrás quedaron esos días donde el invierno de lobos había tenido en jaque a todo el norte de Europa, y a nosotros en particular.
Descubrimos además a una Polonia donde ni las imágenes más deprimentes que se le podían haber ocurrido a la propaganda americana anticomunista de entonces, reflejaban la pobreza y la escasez en la que vivían los polacos. Aquél ejército de empleados de oficinas y obreros de fábricas armados con picos y palas que trataban de mantener limpias las calles a falta de máquinas apropiadas; estantes vacíos en los comercios; largas colas para obtener lo esencial para sobrevivir; viviendas sin calefacción donde la gente debía apilarse para no pasar frío, y mucho más donde no se repartía la riqueza, sino la pobreza. Esa fue la imagen que nos llevábamos de la Polonia del ´78. Y qué felicidad cuando las luces del puerto de Trelleborg aparecieron en el horizonte y desembarcamos rodeados de luz y carreteras limpias de nieve e hielo.

Sí, ese invierno  fue un invierno inolvidable, donde nos puso a prueba no sólo la inclemencia del tiempo, sino las circunstancias que rodearon ese viaje y nuestras convicciones políticas cuya ingenuidad sufrió un duro golpe. Sin dudas no puedo dejar de mencionar mi gratitud por aquél Volvo Amazon del ´65,  que raudamente se deslizó por aquellas carreteras imposibles, mientras veíamos a menudo a los Trabant polacos volcados en la banquina. Una experiencia única, porque nunca más me atreví a conducir durante un invierno de lobos por otros caminos que no fueran los conocidos.




sábado, 18 de diciembre de 2010

La culpa colectiva

Imagen del Corán/Wikipedia
Cuando ocurre un suceso trágico en la sociedad, protagonizado por un extranjero, no es extraño que la gente señale no sólo al individuo u organización responsable del mismo, sino al grupo étnico o religioso al que pertenece. Esto ha ocurrido con el fallido atentado ocurrido hace una semana atrás en Estocolmo, donde perdió la vida Taimor Abdulwahab, por ahora un solitario terrorista.
Este individuo  se habría radicalizado durante su estadía en Inglaterra, y entrenado en Jemen o en Irak según la policía sueca, para inmolarse en finalmente en Estocolmo. Perdió la vida en el intento, y sólo causó heridas leves a dos transeúntes y apenas unos insignificantes daños materiales.

Las consecuencias que tuvo el hecho sobre la colectividad musulmana en el país no se hicieron esperar, y a pesar que el gobierno llamó a la tranquilidad y a no sacar conclusiones equívocas sobre los responsables del fallido atentado, no faltaron quienes azuzaron la opinión pública haciendo responsables a toda la colectividad musulmana, como si el kamikaze islamita representara a los 400 000 musulmanes que hoy viven en el país. Incluso desde la televisión pública, un periodista le preguntó a un importante miembro de esa colectividad, si él tenía alguna responsabilidad por lo que había ocurrido.


La pregunta dirigida a esta persona estaba completamente fuera de lugar. Era como si alguien le hubiese preguntado al alcalde de la ciudad de Malmö, Ilmar Reepalu, si él tenía alguna responsabilidad por los atentados contra inmigrantes que un solitario criminal había realizado durante varios meses, con una víctima mortal y varios heridos como resultado, y que ahora ha sido puesto bajo prisión preventiva. Más lejos han llegado por supuesto algunos miembros de la derecha y los neonazis, que tuvieron la oportunidad de levantar el dedo y decir "Qué les habíamos advertido! Ahora vamos a pagar por la errónea política de inmigración del actual gobierno, y de los pasados!" .

Otro aspecto de este acoso a esa colectividad musulmana ocurrió el viernes en la principal mezquita del país, ubicada en pleno centro de Estocolmo. Allí concurrieron decenas de periodistas y fotógrafos para documentar cuál era el contenido de la oración que el imán iba a decir ante sus 2000 fieles que estaban allí presente. Y posteriormente las repetidas entrevistas buscando algún desliz en las expresiones de los que concurrieron a ese ritual religioso de los días viernes. Ni el imán en su oración, ni la gente que concurrió a la mezquita, justificaron el atentado, al contrario, hubo una clara condena del mismo.

El clima social sigue enrareciéndose en Suecia con este frustrado atentado, y los islamistas que lo reivindicaron le han hecho más daño a la colectividad que dicen representar en nombre de su dios, Alá, que a los "cruzados" e "infieles" que dicen combatir. Claro que en definitiva esa es la intención de todo grupo terrorista del signo que sea, crear una polarización y persecución de sus miembros, para que más gente se radicalice a su favor. Sin dudas con una finalidad política, pero con una fatua esperanza que sólo tiene su lógica en la visión e interpretación distorsionada de un mundo consagrado a un dios y a un sólo libro sagrado, como si la verdad absoluta estuviera sólo en esas páginas y en el pensamiento de un sólo hombre.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Globalización y terrorismo global

El centro de Estocolmo vivió momentos de incertidumbre y temor cuando un solitario terrorista suicida murió ayer sábado a la tarde, probablemente por un fallo en el mecanismo explosivo que portaba en su cuerpo y que sólo cobró su vida. A trescientos metros de allí un coche explotaba unos minutos antes, cargado al parecer de garrafas de gas. Ninguno de los dos sucesos produjeron víctimas mortales, sólo dos heridos leves  entre los peatones que circulaban por el centro de la ciudad, muchos de los cuales estaban de compras ante la llegada de las fiestas navideñas.

Este fallido atentado pone en relieve y concreta la amenaza hipotética que pesaba sobre la sociedad sueca de que algo se estaba planeando desde el terrorismo islámico desde el momento en que Suecia decide participar en Afganistán junto a las tropas de la OTAN. Además muchos musulmanes se han sentido ofendidos por las caricaturas de Mahoma con cuerpo de perro que el artista sueco Lars Vilks había situado en un cruce de caminos, y que luego sería publicada por los medios de prensa.

El hecho abre una serie de interrogantes sobre cuán grande es la amenaza que ahora pende sobre los habitantes de este país. Es este un atentado aislado o se preparan nuevos contra la población civil? Fue un sólo terrorista el que lo organizó todo o hay un grupo muy bien infiltrado en la sociedad  y fuera de toda sospecha? Están preparando nuevas acciones terroristas? Por ahora no hay respuestas a estas preguntas. Pero este hecho que ocurre por primera vez en la pacífica Suecia es un campanazo de alarma sobre cómo los fanáticos de cualquier religión o ideología, buscan crear el miedo y extender el terror por diversos lugares del mundo.

La expansión de las economías y la conquista de nuevos mercados han ido socavando los valores de las sociedades tradicionales.Esto ha creado tensiones tan profundas entre modernismo y tradición que al final las invasiones, guerras y conflictos han sido inevitables. Y los golpes terroristas como respuesta de los grupos más fanatizados a esa globalización e invasiones no se han hecho esperar. Ejemplos hay de sobra. Los terroristas saben que la debilidad de los países que participan en esas operaciones, ya sean bajo la orden de Naciones Unidas, o en las aventuras de EEUU como policía mundial, tienen un talón de Aquiles. Este es la opinión pública que no tiene interés en ver caer a sus muchachos en los frentes de combate o a las víctimas de atentados terroristas en sus propias ciudades.

Suecia ha escapado con suerte o por un milagro de lamentar víctmas mortales a causa de un atentado que pudo cobrarse muchas vidas en el día de ayer en la capital del país. Deberemos esperar que la suerte nos siga acompañando si los terroristas hacen explotar sus bombas contra objetivos civiles en una calle, en un bus o en el metro de la ciudad? 

Sin dudas que este fallido atentado traerá otras consecuencias. Una de ellas será la ofensiva de la ultraderecha que verá el atentado como una prueba más de sus advertencias sobre la "amenaza islamista" no es un invento propio, y que la política de asilo tan generosa de los gobiernos suecos en las úlimas décadas, ahora debe pagar el precio por haberle dado permiso de residencia y ciudadanía a decenas de miles de musulmanes. La xenofobia y el racismo tienen una muy buena excusa para seguir alimentado el odio y el temor en la sociedad.

El gobierno sueco y la oposición acordaron hace poco que las tropas suecas en Afganistán, unos 500 soldados, serían retirados de allí si el mando de las operaciones quedaba bajo control de la policía y FFAA afganas. Algo que muchos dudan debido al grado de corrupción y debilidad que hasta ahora han mostrado ambas organizaciones. Por tanto la presencia de esos soldados suecos tal vez deba extenderse por algunos años más en Afganistán en caso que los más pesimistas tengan razón. Y por lo tanto seguirá pendiente la amenaza terrorista sobre la sociedad sueca?
La yihad como la globalización, tampoco tiene fronteras.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Espíame que me gusta

Foto: Wikipedia
No pasó mucho tiempo desde que anunciáramos en este blog que Julian Assange quedaría atrapado en un arbusto espinoso de pedidos de capturas y demandas por abusos sexuales.
Estas acusaciones, según el tribunal de apelaciones de segunda instancia, han pasado a ser menos graves de lo que al principio se creía, dándole en parte la razón al abogado defensor de Assange, Björn Hurtig,  de que ambas denuncias no serían suficientes para condenar al fundador de WikiLeaks.
Ya está sin embargo entre rejas en Londres a la espera de que el pedido de extradición de parte de la justicia sueca se haga efectivo.

Sin embargo esta nueva instancia que vive el caso de Julian Assange ante la justicia sueca no apagan los ecos de que funcionarios de la policía de seguridad y el propio gobierno sueco, se habrían puesto de acuerdo para colaborar con el embajada de EEUU para identificar personas que estuvieran en conexión con el islamismo extremista o con organizaciones terroristas que amenazaran los intereses de ambos países.

Los cables que están publicándose confirman lo que semanas atrás se revelaba por los medios suecos de que funcionarios de la embajada de EEUU fotografiaban y registraban a personas que sospechaban podían tener algún vínculo con organizaciones terroristas o afines, con el visto bueno de las autoridades suecas. De la misma forma como lo habían estado haciendo en la vecina Noruega en los últimos diez años.

Los cables revelados por WikiLeaks confirman entonces la estrecha colaboración de los servicios de seguridad de ambos países, algo que no es de extrañar porque esa colaboración se da entre los servicios de seguridad de todo el mundo, de una forma secreta por supuesto. Pero en países que se llaman democráticos la misma está respaldada por las reglas que acuerdan los parlamentos y que ponen límites para proteger los derechos individuales de los ciudadanos. En teoría cada persona tiene el derecho a defenderse contra cualquier abuso del estado al estar protegido por la ley.

Lo que es llamativo en el caso de Suecia es que los servicios estadounidenses pidieron que esa colaboración se hiciera formal entre ambos países a través de un tratado que garantizara la legalidad de tales acciones. Sin embargo los documentos filtrados por WikiLeaks y publicados en los medios suecos, mostrarían el escepticismo que los colegas suecos habrían
expresado ante esta demanda, ya que consideraban que legalizar esa cooperación exigiría que la misma fuera aprobada por el parlamento, donde se acumularían las preguntas y probablemente las críticas a esa actividad. Era mejor continuar con el intercambio de información de una manera informal, lo cual fue aceptado por la delegación norteamericana.

De esta forma quedan mucho más definidos los contornos de esa cooperación revelados por
los cables a los largo de las últimas décadas,y que dejan al desnudo el doble discurso que los sucesivos gobiernos suecos han desarrollado: uno hacia la opinión pública y el parlamento, y otra hacia el aliado informal que es EEUU en temas de seguridad.
Así lo analiza uno de los expertos en temas de inteligencia y espionaje de la Universidad de Lund, el profesor Wilhem Agrell. Esta forma de cooperar despierta las simpatías y el agradecimiento de la Casa Blanca, expresado en un cable donde el ex-presidente George W. Bush pide al embajador de su país en Estocolmo, que agradezca al primer ministro sueco Fredrik Reinfeldt por la estrecha cooperación en la lucha contra el terrorismo. Claro que ese agradecimiento debía ocurrir a puertas cerradas.

Otra de las facetas de esta cooperación se devela en otro cable donde el ex-embajador norteamericano Michael Wood describe las relaciones de la OTAN con Suecia como muy importantes, sobre todo por la información aportada sobre Rusia, y opina que la "supuesta neutralidad sueca es una farsa".

Lo que al principio revelaban los primeros cables y que parecía ser cotilleo diplomático, en lo que se refería a las relaciones entre EEUU y Suecia, ahora sin duda pasan a tener un carácter mucho más serio, aún cuando desde el gobierno la ministra de Justicia Beatrice Ask trate de quitarle dramatismo a lo que revelan los cables de la embajada, y afirme que la cooperación entre los servicios de seguridad de ambos países transcurren por los canales habituales, y que cada año el parlamento sueco recibe un informe sobre el alcance y los detalles de los mismos. Una explicación que conforma a muy pocos, cuando la sinceridad de los diplomáticos norteamericanos dice lo contrario.

Y volviendo al caso de Julian Assange su situación se complica ante a posibilidad que el juicio en Suecia en su contra, independiente si es culpable o inocente pueda finalizar con un pedido de extradición de parte de EEUU. Y el círculo se cierra alrededor la economía de Wikileaks con cuentas bloqueadas y otras medidas que intentan quirale el oxígeno a esa organización.

Y nadie puede asegurar que la justicia sueca pueda garantizar que esa extradición no tenga lugar, ya que existe un tratado entre ambos países y las opiniones son encontradas entre los juristas suecos en cuanto a la imparcialidad de los fiscales en este caso donde están implicadas tantas cosas. Julian Assange seguirá enredado en el espinoso arbusto de la ley, o
en los matorrales que a veces la ocultan.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Biutiful is beatiful - y además es sensacional

Foto: Wikipedia
Te deja sin aliento, así he sentido la última película de Alejandro González Iñárritu, Biutiful, con un Javier Bardem excepcional en su rol de padre separado, que lucha día a día por sobrevivir a una enfermedad incurable y a una Barcelona implacable.

Un drama humano donde se reúnen los destinos personales de una familia dividida y castigada por la miseria moral, la enfermedad psíquica y física, que confluye con ese mundo enfermo que la mayoría desea ignorar, la de los inmigrantes ilegales. Chinos, africanos y otros tantos venidos de tan lejos sobreviven en la semiesclavitud  produciendo y vendiendo carteras o copias de películas para la satisfacción de los que profitan a su costa -y de ese otro sector de la sociedad que cierra los ojos y vive de la apariencia y en la indiferencia. Una Gomorra a la española.

Son dos horas y media de una película con una fotografía y una música que hacen que ese tiempo sea una ilusión, ya que el dramatismo va in crescendo- y en cada secuencia ocurre algo inesperado, y a veces previsible, porque el destino de los parias apenas tiene más alternativas que la ruta que otros les han marcado.

Este de drama González Iñárritu  muestra una vez más la grandeza y la miseria  humana como en otras de sus tantas películas como 21 Gramos, Amores Perros, Babel.


Y Javier Bardem desarrolla un personaje conmovedor e inolvidable, distinto al pintor bohemio que  interpretó en la película de Woody Allen, Vicki, Cristina, Barcelona, o en papel de psicópata en  No es país para hombres viejos de los hermanos Cohen - o en aquél Manuel de  Mar adentro, de Alejandro Amenábar, por sólo nombrar unas pocas de sus fantásticas interpretaciones.

En Biutiful  es un padre lleno de sentimientos de culpa por lo que quiso ser y no pudo, por sentirse insuficiente al no poder entregarle a sus hijos una existencia más segura y confortable, y darle todo el amor posible a una mujer que poco a poco va perdiendo el sentido de la realidad y la empatía- y  por no poder darles a ese grupo de parias llegados de lugares tan remotos, una existencia más digna y justa, y que finalizará en una tragedia lamentablemente anunciada.


En fin, una mea culpa que finaliza en una escena que recuerda el final de El Gladiador, donde el reino de los muertos y de los vivos puede fundirse en una caminata por un campo de trigo - o en un nevado bosque de abetos como en Biutiful.

En una entrevista con un periódico sueco le dijo Javier Bardem a la periodista que después de terminado el rodaje tuvo que plantearse "quién era yo realmente".
Tan fuerte es el personaje que interpreta, que también uno como espectador debería hacerse la misma pregunta.




jueves, 2 de diciembre de 2010

El Mundial de fútbol y la caza de los millones

En el día de hoy, en la ciudad de Zürich, se definirá qué países serán los encargados de organizar los mundiales de fútbol de 2018 y 2022. Y en estas últimas horas los países que presentaron su candidatura movilizan todas sus baterías para lograr llevar a sus estadios la emoción de la pelota en la red.

Miles de millones de la moneda que se le ocurra pensar están en juego, porque son estos torneos de fútbol los que son más lucrativos y los que arrastran más público ante los aparatos de televisión... y dan más prestigio al país que los organiza.
Los 22 delegados de la FIFA serán los que decidan quiénes se quedan con la organización de estos mundiales que despiertan tantas pasiones. Y los candidatos no ahorran ni energías ni dinero para convencer a los delegados que deben votar por ellos.

El cabildeo es infernal. Y para eso se usan figuras conocidas tanto en el deporte como en otros ámbitos donde algunos "famosos" se destacan por los titulares que ayudan a crear en los medios, o por los cargos políticos que representan.

Hagamos un repaso.

David Beckham, el príncipe William y el primer ministro Davis Cameron empujan para que Gran Bretaña organice el evento en 2018.
Rusia también lo quiere y por eso se especula que el primer ministro Vladimir Putin puede aparecer en Zürich para calzarse los botines con tapones y darle un empujón a la pelota en favor de su país.
España/Portugal no se quedan atrás y Holanda/Bélgica tampoco en sus esfuerzos para que sus propuestas sean votadas por una mayoría de los delegados.

Para el 2022 son en cambio EEUU, Japón, Qatar, Corea del Sur y Australia los que desean llevarse el trofeo, sino la copa Jules Rimet, por lo menos el honor de entregarla en manos de los triunfadores.
EEUU se sabe estará representado por dos "pesos pesados": el ex-presidente Bill Clinton y el actor Morgan Freeman.
Australia eligió a la modelo Elle MacPherson como torpedo visual para seducir a la mayor cantidad de delegados posibles.

Todo este espectáculo montado con una gran escenografía no esconde sin embargo los nuevos casos de corrupción que sacuden la organización dirigida por Sepp Blatter. La prensa británica denunció hace unas semanas que dos delegados habían recibido sobornos. Ambos fueron retirados de sus funciones. La BBC identificó poco después a otros tres delegados que habrían recibido sobornos por varios millones. Este último caso estaría aclarado en los tribunales, segun la FIFA.

Es de esperar que al final se impongan las mejores propuestas que atiendan a las expectativas de tantos millones de personas que desde las tribunas o desde el sofá de su hogar disfrutan de este deporte. Y la corrupción que está en todas partes, la derriben con sus goles los futuros goleadores que todavía están creciendo en algún barrio de Río, Buenos Aires o Montevideo. Amén.