Vistas de página la semana pasada

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Navidades grises con distintos tonos


No es muy corriente que en Suecia las Navidades no tengan el color blanco de la nieve. Ese manto espeso  que cubre todo el paisaje y lo ilumina  cuando el sol, acostado en el horizonte por la inclinación de la tierra, es apenas un pálido reflejo de ese otro que conocemos en el verano.
Sin dudas que habrá muchos que pueden argumentar que hay un sin fin de peores catástrofes en el mundo que un invierno sin nieve en Escandinavia, con toda la razón que merece esa observación. Basta mirar las inundaciones que acosan al sudeste asiático, la sequía en Somalia, los conflictos armados que machacan a la población civil y son clasificadas como “daños colaterales, para que uno se ría de la navidad gris de esta parte del mundo, y que “acosa” a los habitantes de estos parajes.

Pero como cada realidad local tiene su propia dinámica para quienes la viven, aún siendo una cuestión tan puntual  e intrascendente como la ausencia de la nieve, la misma guarda un valor intrínseco para quienes la viven. Y me doy cuenta por los mensajes que envían las personas que frecuento en los distintos ambientes sociales y laborales. Este invierno sin nieve, gris durante las cortas horas del día, oscuro y atemorizante en las horas nocturnas, llena a muchos de una sensación y sentimiento que linda con la depresión y las ganas de encerrarse en sus hogares, bien iluminados con las luces de adviento, estrellas de Navidad y otras coloridas iluminaciones con el fin de ahuyentar los fantasmas imaginarios o reales.
Los rituales escandinavos durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo deben tener un escenario blanco, porque sino el sentimiento de vivir unas  verdaderas navidades casi que se pierde, así lo dicen muchos cuando les preguntamos sobre cómo están preparando estas fiestas del 2011. Cada pueblo tiene sus fobias y sus prejuicios, que los individuos hacen suyo ya que pasan de generación en generación. Este es extrañamente uno de los que le amarga bastante la vida a los suecos, en este caso.

Hay quienes escapan hacia el sur,  a las costas del Mediterráneo, donde el invierno es luminoso y muchas veces con olas de calor veraniego, que a los más valientes los empuja a bañarse en las aguas bastante frías del Mediterráneo. Otros cruzan continentes para tenderse en alguna playa donde el sol calienta la arena hasta un grado que hay que caminar en puntillas para no asarse las plantas de los pies.  
Fuera de esos detalles incómodos que afronta el turista o el que regresa a sus antiguos pagos, pesa sobre muchos europeos los efectos de la crisis, el desempleo crónico del cual es tan difícil de salir; la amenaza de quedar desocupado; las puertas que se cierran para los más infortunados, las pérdidas materiales y las espirituales que conlleva cada crisis económica. Algunos que realizaron la inversión más importante de su vida, es decir comprar una vivienda, ven como los bancos se las apropian al no poder pagar la hipoteca, y con la ayuda de una ley perversa,  obligan de todas formas al deudor a seguir pagándola aún después de haber entregado la vivienda. Tal es el caso de España.

Sí, la Navidad puede tener muchos matices de gris, la ausencia de nieve es de todas formas el más suave de todos esos matices.Y si bien más de uno se deprime o entra en crisis, seguramente el origen de la misma no está en el tiempo gris, sino en el sótano del alma donde se guardan viejos y herrumbrados recuerdos.