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domingo, 23 de diciembre de 2012

Navidades blancas

"Me tienes hasta los huesos".
El color de las Navidades siempre lo imaginamos blanco. Allí donde estemos veremos a un papá Noel con su risa grave y alegre, Jo,Jo,Jo! prendido a las riendas de un trineo. Claro que la alternativa es el pesebre que está más relacionado con lo que es el verdadero motivo de la celebración. Para creyentes y no creyentes siempre es habitual compartir estos días donde la tradición muchas veces se impone a la religión. Pero el mensaje es inequívoco, todos deseamos que la buena fortuna y felicidad acompañe a aquéllos que amamos y/o apreciamos, ya sea la pareja, hijos, otros familiares, amistades o colegas del trabajo, sólo para nombrar algunos. Nos olvidamos de las miserias humanas, de las calamidades que persiguen a tantos pueblos y gentes, y disfrutamos de esos ratos compartidos, rodeados de afecto.

Millones de seres humanos no comparten de todas formas esta tradición cristiana, lo mismo que nosotros no compartimos las que ellos celebran. Cuando cientos de millones de musulmanes festejan su Ramadán con ayunos de muchas horas diarias y durante un mes, miramos con cierta ironía esa tradición, y no se nos pasa por la cabeza qué interesante sería también festejarlo. Pasar hambre desde que sale hasta que se pone el sol es hacer sufrir el cuerpo para identificarse con los que pasan hambre de verdad, etc. Qué ironía y farsa, pensamos. Pero ellos, los que predican o creen en otras religiones también se burlan de que festejemos el nacimiento de un niño concebido en la relación inmaterial de un dios con una virgen, y parido por ella como si fuera natural.
Ese mundo imaginario de la navidad, adornado con luces, villancicos y árboles de Navidad,  que transcurre por unas horas, nos hace olvidar el estrés de las compras de regalos para repartir en Noche Buena o en Reyes; las colas en las tiendas; los empujones y pisotones; los atascos del tráfico en las calles. Los noticieros difunden con cierta satisfacción que este año se batió el récord de ventas en las tiendas, o con poco disimulada insatisfacción que esas ventas bajaron  un tanto por ciento comparados con el año anterior.

Así este festejo se convierte en el gran negocio que hace girar la rueda del progreso, porque nuestros empleos y ocupaciones dependen de que todos consumamos, unos más que otros, según las posibilidades. Por eso el nacimiento de Jesús de Nazareth ha aportado no sólo principios y valores, fe y convicción, sino también una buena forma para muchos personajes de los negocios de enriquecerse en el mundo moderno de hoy. Su mejor intermediario y que prueba esto, es la figura de Papá Noel que se impone cada vez más en el imaginario popular, a despecho de la imagen de Cristo sufriendo en la cruz por la Humanidad. Un Papá Noel que tiene su taller en el Lejano Oriente, ya saben, en China, donde se fabrican la mayor parte de los juguetes que se reparten entre los niños del mundo. Por eso se habla de que el actual viaje del hombre de la barba blanca en su trineo es más duro que antes para la desgracia de sus renos y la de los trabajadores que perdieron el empleo porque los juguetes que fabricaban son muy caros. Sin embargo este personaje bonachón no pierde el optimismo, y su risa nos acompaña mientras los chicos miran al cielo esperando verlo pasar con la bolsa  llena de regalos. Jo, Jo, Jo!...

Y Feliz Navidad y Año Nuevo!, porque que sería de esta crónica sino está cerrada con este deseo, símbolo inapelable de estas fechas?

sábado, 15 de diciembre de 2012

La hora de los cambios

Palacio Legislativo 
Las nuevas leyes aprobadas o por aprobarse en la sociedad uruguaya, así como el estilo de vida de su presidente José Mujica, han trascendido fronteras con una intensidad nunca vistas. Si antes conocían al país  por el fútbol y los bifes, hoy se han incorporado en la canasta de la fama la legalización del cannabis, la ley del aborto, las ceibalitas y otras reformas no menos importantes que ponen al país a la vanguardia de los cambios emprendidos por los gobiernos latinoamericanos. Incluso que un abanico tan amplio de partidos y organizaciones políticas que conforman el Frente Amplio, hayan podido mantener la unidad a pesar de ser gobierno durante tantos años, es también una meta que muchos desearían alcanzar y que en la mayoría de los casos es imposible. Aún cuando es mucho más fácil mantener la unión de fuerzas en la oposición que gobernando, la oposición de los dos partidos tradicionales muestra un nivel de improvisación y búsqueda de rentabilidad política, que a los ojos de una mayoría de los ciudadanos se la encuentra reprobable, y no pocas veces repudiable.

Que algunos sectores minoritarios de la izquierda desearían cambios más profundos, y un líder carismático de por vida, que encarne esos deseos de reformas sociales, económicas y políticas en nombre de ideologías del siglo pasado,e incluso más antiguas, es parte de ese amplio abanico. Que luego la misma experiencia se  encargue de ir minando esos proyectos hasta transformarlos en meras utopías que, en el caso de haberse cumplido, exigieron pasar a los ciudadanos por duras experiencias y sacrificios, donde los que pagaron el mayor precio fueron los sectores populares y muchos de los propios protagonistas, aún cuando las intenciones eran las contrarias. Ejemplos hay de sobra para los que se atrevan a ver la realidad sin anteojeras y desde una perspectiva despojada de verdades indiscutibles.  Y luego están los que defienden viejos privilegios y a quienes los cambios aterrorizan porque los obliga a compartir una parte de sus fortunas. Ponen el grito en el cielo y llenan de titulares las páginas de los periódicos que aún controlan. Lo que era un privilegio basado en el poder económico, ahora es la ley la que le otorga a todos los ciudadanos los derechos por los que han luchado. Con todos los defectos y posibles retrocesos, las injusticias que todavía puedan existir y las metas por lograr, hay una dinámica originada por esa misma pelea de intereses que renueva el aire político de un país que respeta el pluralismo de las ideas. Incluso cuando la polémica es más demagógica y existan actores que intenten manipular la realidad y la verdad, la firmeza y la capacidad de comunicar a los ciudadanos los medios y los fines de las decisiones que se toman, crean un caldo de cultivo que empuja a la sociedad hacia adelante.

La debatida ley de la interrupción del embarazo es un buen ejemplo de lo que hasta hace poco era un tabú y un privilegio de las familias ricas que a menudo visitaban las iglesias, y que a espalda de Dios internaban a sus hijas en clínicas privadas y seguras. Y probablemente lo seguirán haciendo y continuarán diciendo que defienden la vida. Pero hoy es un derecho para todas las mujeres uruguayas poder acceder a esa posibilidad.  Es cierto que hay razones religiosas sinceras y hasta demográficas que se oponen a esta reforma de la ley, pero un análisis racional y desapasionado concluye que muchas cosas que se hacían clandestinamente hoy son legales, dándole a la mujer la seguridad de que esa intervención no sólo ha sido discutida con un grupo de profesionales antes de tomar ella misma la decisión final, sino que se hará en condiciones donde su vida corra el mínimo peligro posible. Esa reforma, que fue un proyecto debatido en todos los niveles posibles, es el fruto de los aportes de muchas fuerzas políticas del gobierno, la oposición y de otros grupos de la sociedad. Una muestra más de que allí donde estés, los que se sientan llamados a aportar argumentos, puedan influir en el resultado final de esos proyectos, logrando compromisos que son uno de los pilares del consenso político.  Pero como hay que tomar una decisión, y a la hora de votar se impone la mayoría, el sentimiento de derrota puede ser muy duro. No obstante no por eso el debate y las iniciativas mueren con el texto de la nueva ley plasmado en el papel o en la pantalla de la computadora. Por eso creo que los ciudadanos uruguayos deben sentirse orgullosos de pertenecer a un país donde a pesar de sus defectos, errores y carencias, todos los quieran y puedan hacerlo, contribuyen a la dinámica del proceso que busca una sociedad más justa y democrática.