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jueves, 27 de enero de 2011

Antonio el rodamundos

Lo encontramos en el paseo del puerto de Alicante, junto a su bicicleta adornada con calcomanías o autoadhesivos como se llaman en otros lugares. Al acercarnos y mirarlos de cerca nos dio la pauta que eran nombres de países de distintos continentes. Sin embargo fue Antonio Bernal, así se llama la persona que atrajo nuestra atención, quién se adelantó y nos interrogó primero sobre nuestro origen al ver que nos interesábamos por su bicicleta. Una vez aclarado ese primer capítulo de presentaciones, no pudimos evitar preguntar por su máquina de dos ruedas, a la que había bautizado con el nombre de Juanita, nos dijoLa bicicleta no sólo estaba llena de calcomanías sino que llevaba sobre la parrilla una maleta de plástico duro, y en el manubrio y a los costados, unas alforjas que se veían repletas de objetos. Entonces nos explicó porqué esas calcomanías llevaban nombres de tantos diversos países, sencillamente los había recorrido a todos sobre sus dos ruedas.

Antonio tiene la doble nacionalidad española/francesa, y cuenta que nació en Montpellier, al sur de Francia Hoy día residen en Beniel, en Murcia. En medio de un desfilar de paseantes que disfrutaban de la tibia tarde alicantina de enero, nos explicó también que desde muy joven se sintió atraído por conocer el mundo, pero de esa forma particular, es decir pedaleando sobre su negro Rocinante. Hace veinte años que pedalea, y dice haber recorrido unos 40 000 kilómetros, desde Tierra del Fuego hasta Alaska, desde la China hasta Turquía, desde Italia hasta Escandinavia -y mucho más. Le llevó dos años dar la vuelta al mundo. En kilómetros es una vuelta completa alrededor de la Tierra teniendo como referencia el radio ecuatorial del planeta. Semejante empresa necesita tiempo y algo de dinero, pero Antonio cuenta con ese tiempo. Cómo se mantiene para sobrevivir no quise preguntarle, ya que no era relevante en una ocasión como esa hacerle esa pregunta, sin embargo me quedó esta cuestión dando vueltas en la cabeza.

Le pregunté cuál había sido el sitio más difícil de recorrer en esa vuelta al mundo,  y sin dudar me dijo que el desierto de Gobi, esa gran región desértica situada entre el norte de China y el sur de Mongolia. Días de intensos calores + 30C eran suplantados por noches con muchos grados bajo cero, -20C o incluso más bajas. Y no sólo la temperatura fue un problema para recorrer esa gran extensión que en tiempos pasados fue parte de la llamada Ruta de la Seda, también los frecuentes pinchazos y el miedo a perderse fueron algunos momentos dramáticos vividos por Antonio, en medio de una soledad apabullante. Sin embargo, los parches y su GPS lo sacaron de esos apuros- y su carpa que cuenta con un buen aislamiento contra temperaturas extremas.
Sin embargo en casi todos los países los peligros a los que más se expuso fueron los camiones conducidos por conductores sin mayor aprecio por los ciclistas. Más de una vez terminó en la banquina para evitar ser atropellado. Y no toda la gente tiene buenas intenciones, nos dice. En Estambul cuando recorría el famoso mercado de la ciudad, le robaron todos sus documentos y dinero. Por suerte el personal de la embajada lo ayudó con algo de contante y un nuevo pasaporte.

Ahora se dirigía a un balneario de la costa de Murcia, Águila, a pasar unos días y encontrarse con  amigos.Todavía no tenía planeado donde dirigiría sus ruedas más allá de España, o a lo mejor no quiso decirlo. En todo caso este personaje de voz suave y actitud humilde cree que ha sido lo mejor que le podía haber pasado en la vida ser un correcaminos y haber tenido la oportunidad de conocer tanta gente de distintas culturas, paisajes tan exóticos y climas tan diversos. Cuando nos despedimos observamos que frente a nosotros estaba una de esas estatuas humanas que al contrario de Antonio, están inmóviles durante horas recorriendo mentalmente el paisaje urbano y la gente que desfila frente suyo. Antonio sacó una moneda del bolsillo y nos dijo que la pondría en el recipiente donde la "estatua" acumulaba el "salario de la jornada": Nosotros le dimos un euro para que lo depositara allí y también nos deseara suerte, total, en una de esas este rodamundos a lo mejor lleva consigo la estrella de la fortuna.

domingo, 23 de enero de 2011

Viejas amistades

Vivimos una época donde comenzamos a recuperar viejas amistades a pesar de las distancias y años acumulados en nuestra contra.
 Internet y en especial Facebook, nos acercan de pronto a aquéllos vínculos que habíamos perdido. La diferencia es que el destino a veces nos hace coincidir en el espacio y en el tiempo cuando menos nos imaginamos.

Me ocurrió recientemente con Ana María, una antigua compañera de liceo y amiga de aquélla alucinante época a fines de los 60 y comienzos de los 70 en nuestra ciudad natal. La militancia política y el descubrir el mundo real, y no el que nos imaginábamos, nos quitaría la inocencia y la ingenuidad con que muchos de nosotros mirábamos al ser humano y su entorno social y político.

Por eso es emocionante contrastar esos destinos dispersos por el mundo, o arraigados todavía en la tierra natal, con aquéllas personalidades de antaño; cómo fueron construyendo, cada uno a su manera, ese espacio donde actuar, amar y luchar por las cosas que más deseamos. Y los primeros destellos los encontramos primero en ese mundo virtual de internet, como nuestro primer contacto con Ana María. Luego nos encontraríamos en Alicante, donde ella reside en forma permanente ( por ahora, subrayó) después de probar suerte en otros lugares de España.

Y no sin cierta nostalgia volvemos a los lugares comunes donde la vida nos sonreía o nos atropellaba, a recordar otras amistades y sus destinos, los hijos que llegaron al mundo y los nietos si los hay, y que comienzan a  llenarnos con nuevas alegrías y preocupaciones. Sin embargo no se ocultan tampoco las rocas que hemos tenido que empujar para abrirnos el camino que cada día tenemos que construir.

Sí, el mundo se comprime gracias a nuestras computadoras, y recuperamos viejos lazos o tejemos nuevas redes, pero generalmente tiene sabor a poco. Lo que verdaderamente sigue siendo sabroso es sentir la calidez del abrazo, una cena compartida, el chocar de las copas y compartir las ganas de seguir adelante con nuevos proyectos que se harán cenizas o saldrán adelante, pero siempre con una sonrisa abierta al mañana, sabiendo que en ese universo digital de 0:s y 1:s emergerán nuevas y viejas amistades, fugaces como meteoritos; o firmes como ese viejo roble que crece en la colina.

lunes, 10 de enero de 2011

Una mujer sin atributos

No es muy común que un escritor sueco tenga como uno de sus escenarios a la capital uruguaya Montevideo, en una obra literaria. Es más, creo que ha sido impensable hasta que Niklas Ekdal en su última obra La mujer sin atributos pone un par de sus principales protagonistas en un Montevideo con aire decadente en algún momento de la década pasada.

La trama de la novela se basa en la historia de una joven sueca cuya madre que es psiquiatra decide enviarla a un colegio inglés para que cambie de ambiente y se prepare para una carrera profesional. Al mismo tiempo alguien le envía por correo y anónimamente, historias de hombres castrados en distintos momentos de la historia de la humanidad, y que ella lee con sumo interés.

El escritor de tales historias resulta ser un paciente de la psiquiatra, el cual fue víctima en su infancia de una castración a comienzos de la década del 50, cuando el estado sueco se dedicaba a investigar con seres humanos discapacitados, y que tuvieron un perfil nazi netamente marcado. El paciente es asesinado misteriosamente, pero las historias de castrados continúan llegando al domicilio de la psiquiatra.
Este asesinato y la posterior desaparición de su hija en Inglaterra, abren la puerta a una policía que es amiga de la psiquiatra y a un periodista de un vespertino sueco con base en Londres, lo cuales investigan juntos la razón de esos crímenes.
En la historia policial se mezclan los intereses de una multinacional de los medicamentos como ministros y políticos sospechosamente corruptos de tres países: Suecia, Inglaterra y Uruguay, y también con los destinos de los personajes unidos por complicados lazos que tienen que ver con infancias y relaciones conflictivas.

En el escenario montevideano la joven protagonista busca a un amigo uruguayo investigador que conoció en Londres, y que aparentemente está detrás de una pista de corrupción protagonizada por la multinacional de los medicamentos antes mencionada.
También él es asesinado en un lugar que el autor parece haber visitado: el Cerro.
Hay detalles de la capital uruguaya que hacen creer que Ekdal estuvo allí por algunas descripciones concretas de ciertos lugares, si es que no visitó Google Earth. Pero donde estas secuencias tienen un punto realmente flojo es en el español en el que se expresan algunos personajes circunstanciales que aparecen en la obra. Hay expresiones que son atípicas de los uruguayos como chingada –muy mexicana ella- y otras que hacen dudar en donde se habrá inspirado realmente el autor.

La novela promete mucho hasta casi el final cuando a mi parecer se desinfla abruptamente y la trama de corrupción entre empresa multinacional –ministros corruptos como motivo de los crímenes termina desembocando en que los asesinatos son obra de personajes que aparecen en forma algo secundaria y toman protagonismo en esos capítulos finales.
Lo rescatable de la historia son los experimentos y las tramas que los rodeaban que el estado sueco realizó en las tempranas décadas del siglo pasado hasta los años 60, donde se puso fin a los mismos. En la novela de Ekdal se alude no solo al proyecto de castración mencionado, sino también a otro donde a los pacientes de un centro hospitalario para personas con discapacidad se les daba a comer dulces de todo tipo. De esta forma los médicos observaban los resultados y efectos que estos causaban en la dentadura de estas personas- para luego determinar políticas de prevención para toda la población del país. Esos experimentos existieron en la realidad y todavía aparecen de vez en cuando en los debates sobre políticas pasadas para hacer recordar que el estado sueco no siempre ha sido un defensor de los derechos humanos.

Lo casual en esta historia es que en el hospital mencionado por el autor, Vipeholm, trabajé un verano a comienzos de los 80, haciendo una suplencia como cuidador cuando iniciaba mis estudios en la universidad de Lund, al sur de Suecia.
La novela no ha sido traducida al español, aunque nunca se sabe, La mujer sin atributos siempre puede resultar atractiva para una editorial, sobre todo en España, donde los autores suecos de la novela negra y policial están tan de moda.