Con esta expresión popular quiero interpretar los sentimientos de un anciano kurdo del este de Turquía, poblada mayoritariamente por la etnia kurda. Este anciano que llegó a Suecia como refugiado político, profesor de lengua materna, tuvo un "choque cultural" con la sociedad sueca que lo expresaba de la siguiente manera: "Primero están los chicos, después mi mujer, luego viene el perro, y yo soy el último orejón del tarro".
En el llamado "Día de la mujer", celebrado en los países occidentales y apenas con algún atisbo de ser reclamado en otros lugares del mundo, se pone de manifiesto la hipocresía que domina en la sociedad donde el hombre sigue manteniendo privilegios a pesar de los bellos discursos sobre reformas realizadas o por venir.
En el hogar las tareas siguen mal repartidas en general, ya que los hombres "sabemos poco" de esas tareas como cocinar, hacer limpieza, sacar el polvo, etc. algo que en la sociedad sueca vienen las mujeres denunciando sin que haya cambios radicales aunque hay que reconocer no es tan extrema esa realidad como en otros lugares. El modelo sueco de que la mujer debe integrarse mayoritariamente al mercado laboral y el hogar debe depender económicamente de dos ingresos, exige a la mujer cumplir las tareas de la casa más las que debe realizar en su trabajo. Es cierto que el hombre sueco en general no se va al boliche a tomarse una copa con sus amigos hasta que la comida está puesta en la mesa, pero su participación sigue siendo menor en esas tareas. A la meta de la igualdad entre los géneros le queda todavía mucha distancia por recorrer en esta sociedad donde las apariencias en gañan y tapan muchas desigualdades.
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