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miércoles, 30 de agosto de 2017

Recorriendo Italia (4) - LAs playas de Cefalú



Domingo 2 de Julio

Ha llegado la hora de dejar Palermo y viajar a Cefalú, allí me encontraré con mi hija Paula, su esposo Markus y mis nietos Sandro y León. Después de desayunar empaco la ropa y los utensilios del baño, los zapatos y chancletas, hago un poco de tiempo en la habitación para bajar y pagar la cuenta. Luego me voy a la parada del bus 101 que está apenas cien metros del hotel. Había jugado con la idea de irme caminando hasta la estación, ya había hecho ese trayecto, pero ahora tenía que arrastrar la valija y cargar la mochila a mis espaldas. Y el calor cerca del mediodía seguía siendo implacable. ”El cielo está cargado de azufre”, me decía irónicamente un amigo en España cuando la temperatura pasaba los 35°C y haciendo referencia al innombrable de los cuernos y la cola.

El billete del tren lo tenía conmigo. Ya lo había comprado en mi visita anterior a la estación, así que me fui a averiguar desde qué andén partía el tren. El cartel electrónico marcaba binario 5. Caminé lentamente hasta allí, todavía faltaba casi media hora para la partida. La mayoría de los asientos del andén estaban ocupados, solo había lugar entre dos muchachos africanos. Me senté al lado del más joven quien estaba ocupado con su computadora portátil esperando también la llegada del tren. En el banco pegado a nuestras espaldas, mirando hacia el andén 5, estaba sentada un pareja de chicos jóvenes. 

Diez minutos antes de la partida llega un tren al andén 4. Con el chico empezamos a intercambiar miradas interrogantes, sospechando que podía haber ocurrido un cambio de andén que no había sido avisado por los altoparlantes. ”Vas a Cefalú?” le pregunté. ”No, viajo a Messina” - respondió. Pero los dos viajaríamos en el mismo tren que a mí me dejaría a mitad de camino en el balneario de la costa norteña de la isla.
El cartel electrónico estaba muy lejos para distinguirlo y poder leerlo. Noté su nerviosismo y no pudo esperar más, se levantó y se dirigió hacia el comienzo del andén donde estaba el cartel. Hasta ese momento la gente ya había descendido del tren en el andén 4 y subían los nuevos pasajeros. Faltaban 7 minutos para la hora de partida. Yo también comencé a inquietarme porque el tren podía estar atrasado, nada raro en Italia, pero como era la estación terminal era menos probable. Entonces veo al chico, al que no había dejado de observar, que me hacía señas con los brazos y me señalaba el tren del andén 4 como el correcto donde esperaba nuestro tren. Faltaban 5 minutos, así que levanto mi equipage y me dispongo a caminar hacia allí cuando veo que la pareja  están despreocupados mirando un mapa. Les pregunto si viajan a Messina y me dicen que a Cefalú. Les cuento que el tren nos espera en el binario 4 y no en el 5 como era de esperar. Así que los tres emprendemos una rápida caminata, casi una carrera para llegar antes de que partiera. El andén era largo y después había que caminar otros trecho por el andén 4 para llegar al último vagón. Subí al tren agitado por el esfuerzo, y me ubiqué en un asiento para cuatro personas después de acomodar la valija y la mochila en el portaequipajes encima del asiento. Estaba solo y me senté todavía con la respiración agitada. Faltaban dos minutos para la partida. En eso veo que una chica muy joven se sientre frente amí y suben también muy agitados los miembros de una familia francesa que ocupan los asientos restantes. Unos segundos después parte el tren. Nos salvamos por un pelo. Buongiorno Italia.


Después de unos cincuenta minutos de viaje llegamos a Cefalú. Son muchos los pasajeros que descienden del tren y cuando llegamos a la calle no hay rastros de taxis. Solo los coches de la gente que esperan amigos o familiares. El resto veo que emprende la caminata hacia algún lugar incierto. Pregunto entonces donde estaba el lungomare para orientarme, ya que el hotel quedaba vecino a la costa. Me indicaron el camino y llegué después de una corta caminata hasta la zona de las playas. A lo lejos, sobre una colina se distinguía el hotel Santa Lucía. Evalué la idea de ir caminando inmediatamente o sentarme en un bar a tomarme una cerveza helada y averiguar sobre la forma de conseguir un taxi. Hago esto último y el mozo me trae una birra Moretti bien helada. Le pregunto cómo se hace en Cefalú para conseguir un taxi. No se preocupe, me dice, saca un papel y una lapicera y escribe un número. ”Llame cuando quiera, es el taxi de mi padre” dice el chico sonriente. Los problemas en Italia surgen a menudo y las soluciones están a mano también inesperadamente.

Hay una brisa fresca que sopla del mar. Todavía estoy pensando en el paseo por la rambla que llega hasta el hotel. Es un poco más de un kilómetro, según el mapa, pero todo el camino es plano y está bien pavimentado. Y me decido por otra caminata más desafiando la ley de gravedad que determina mi peso, el de mi equipaje y al sol que castiga de arriba, del que me cubro con el sombrero de papiro que me regalaron Paula y Markus. En el paseo hacia el hotel me cruzo con mucha gente que deja la playa para irse a almorzar a los hoteles que quedan en las cercanías, algunos al otro lado de la calle. Me habían hablado de una larga escalera que llevaba al hotel al final del camino. Cuando llego a ella, ya bastante cansado, veo que es más larga y empinada de lo que me había imaginado. Espero que terminen de descender tres personas y abrazando la valija para que resulte más fácil el ascenso, emprendo la ”trepada” ya empapado en sudor por la distancia recorrida. A medida que subía sentía como las piernas subían de peso, la maldita fuerza de gravedad que tanto temía parecía haber aumentado el tironeo hacia el centro de la tierra. Por suerte pude llegar al primer descanso de la escalera y pude recuperar fuerzas y la respiración. El último trecho no era tan largo así que con un nuevo impulso llegué a la cima. Desde allí había una vista magnífica de la bahía y de la costa. Identifiqué una iglesia que parecía abandonada en lo alto de las rocas que arañaban el mar calmo a esa hora del día. Descansé un par de minutos y emprendí el camino que todavía era empinado pero podía arrastrar la valija apoyada en sus dos ruedas. 

Pasé por un corto túnel construido debajo de la vía del tren  y llegué al límite de los terrenos del hotel. No había ningún cartel con una flecha que apuntara hacia donde estaba la recepción. Reconocen el estilo? Así que tenía que elegir entre dirigirme a la izquierda o la derecha. Hacia este lado escuchaba las voces de los bañistas que disfrutaban de la piscina. HAcia el otro lado no podía distinguir nada que me ayudara. Así que emprendí la última cuesta, corta pero empinada, que me dejaba a la altura de la piscina. Pasé entre las reposeras de la gente que me miraba un poco extrañada, y llegué hasta un bar junto a la piscina. Allí pregunté por la recepción y me indicaron que tenía que regresar, pero podía hacerlo por el interior del hotel que era más cómodo. Seguramente el  barman vio la cara de zombie que tenía después del esfuerzo y me facilitó la tarea. 
En la recepción me pidieron el pasaporte y me asignaron la habitación 411. Me alcanzaron la tarjeta, agradecí y subí en el ascensor hasta el cuarto piso. Dejé mi equipaje, me duché y me acosté para dormir una siesta a pesar que el hambre ya me estaba enviando señales desde la inquieta panza. Me desperté muy tarde, así que fui hasta la cafetería del hotel, me compré un agua mineral y un panini de jamón con tomate y lechuga, y me fui al balcón de la habitación a comerlo. Desde allí podía ver como el mar se tragaba al sol con un imaginario chisporroteo, detrás del peñón que protege a Cefalú de las desgracias provocadas por la naturaleza o por los propios seres humanos, según una creencia de los habitantes del lugar. Sería una historia para turistas o una verdad válida para sus habitantes?


Lunes 3 de Julio

Me desperté muy temprano para mi gusto. Era un rato antes de las 07.00 AM y el sol renacía entre las aguas del Mediterráneo, iluminando la costa siciliana que empezaba a cobrar vida. Bajé hasta el amplio comedor del hotel a desayunar. Ya había unos cuantos turistas como yo con ganas de empezar el día temprano. El desayuno era bueno, aunque  lo más molesto era que a veces se formaban largas filas ante las máquinas de café y las de jugos de naranja o manzana. Para comer había no solo las típicas cosas dulces que adoran comer los italianos, cruasanes y bizcochos, tartas y  bizcochuelos, sino jamones, quesos, aceitunas, tomates, fruta, yoghurt, huevos revueltos, y mucho más. 
Al turismo masivo comida a granel. 

Paula y Markus se alojaban cerca de mi hotel. Ibamos a encontrarnos en la playa, así les llamé por teléfono para combinar. Pero Paula me responde que están tratando de resolver un problema: la habitación del hotel es muy pequeña para los cuatro. Los chicos no tienen espacio para jugar, el balcón también es muy pequeño, así que el precio que habían pagado por el alojamiento estaba muy distanciado de la comodidad que les habían ofrecido. Fui caminando hasta el Tourist hotel de los chicos, por el mismo camino que había hecho para ir al mío. Esta vez bajar la escalera no era ningún suplicio. Cuando llegué estaban desayunando, y todavía sin resolver el tema de la habitación. Los gurises inquietos y nerviosos por el cambio de ambiente, eran un factor más de preocupación. Al final, después de muchas idas y venidas les ofrecieron un apartamento en el propio Cefalú que aceptaron con alivio. Tenía dos habitaciones, cocina, comedor y un baño, pero además una amplia terraza, desde donde se apreciaba una parte de la bahía y unas puestas de sol impecables.  


Martes 4 de Julio

Cargamos las valijas, bolsos y los  cochecitos de los niños en un taxi que nos llevó hasta el borgo. Ingresamos en la calle principal convertida en peatonal y muy restringida al tráfico de vehículos, salvo para los residntes y servicio de taxis. El apartamento estaba ubicado a menos de cien metros de esta calle, pero en una cuesta, con un callejón que mantiene su empedrado original, es decir desparejo para empujar coches de bebé o las valijas.  Así que tuvimos que esforzarnos una vez más subiendo todo el equipaje por una superficie bastante despareja. Fue sobre todo Markus quien se llevó la peor parte del trabajo. Ser joven y en buena forma física tiene a veces sus desventajas. Después de organizar y acomodar un poco sus cosas Paula y Markus no querían perderse las horas que quedaban para ir a la playa y relajarnos con el vaivén de las olas. Así que disfrutamos de un rato del mar.  A la tardecita nos fuimos a comer pizza en un restaurante  ubicado en la plaza Garibaldi (es como en Uruguay, muchos lugares adoptan el nombre de Artigas) donde comienza la peatonal. Llegó el momento de disfrutar del descanso en una de esas noches donde la brisa del mar refresca el aire que se respira y la pizza parece estar más rica que nunca. Sino pregunten a Sandro y León. Finalizada la cena nos fuimos después de un rato cada uno a su lugar de alojamiento. A mí me quedaba por recorrer ese 1,2 kilómetro de  distancia, pero la noche se prestaba para la caminata y la escalera sin equipaje no fue tan pesada subirla. Sin embargo no fue fácil dormir, el hotel organiza cada noche una velada de música y baile para los huéspedes hasta la medianoche con un volumen bastante alto. Me enteré demasiado tarde de esta rutina, así que mejor resignarse y dormir al compás de la música caribeña de todos los estilos.


Miércoles 5 de Julio

Los chicos tenían derecho a pesar que se habían mudado a dos reposeras y una sombrilla en la playa frente al Hotel Tourist donde se habían alojado primero. Allí nos ubicamos y los gurises corrieron enseguida a jugar a la orilla del mar, haciendo pozos en la arena y llenándolos de agua, mojándose los pies, lanzando guijarros al agua, corriendo, y de alguna forma probándose en el nuevo y desconocido ambiente de la playa. 

Un detalle es la precaución que Paula y Markus tuvieron en ponerles unos bañadores adaptados a los niños para protegerlos del sol. En vez de las cremas antisolares esos trajes tienen un índice 50 de protección a su piel,  que obviamente es mucho más sensible que la de los chicos más morenos y que están ya más curtidos a recibir el sol directamente en la piel. Lo que no quiere decir que no deban estar protegidos.
Se me ocurrió la idea de ofrecerles a los chicos mi servicio de cocinero, sería más barato para todos que yo cocinara a nuestro regreso de la playa mientras ellos atendían a Sandro y León. Hay miles de detalles de higiene que cuidar después de regresar de la playa, así que aceptaron inmediatamente la idea. Económicamente era un ahorro importante, ya que cada almuerzo podía costar entre 15€ y 20€ por adulto en un restaurante. Así que ellos compraron lo necesario para que yo pudiera cocinar y nos fuimos al apartamento cargados de vituallas para almuerzo y desayuno de los próximos días. 
Además podíamos disfrutar de la terraza que a esa hora del atardecer era muy placentera para reunir en un solo golpe  el almuerzo con la cena. A la tarde hicimos el viaje a la bodega Santa Anastasía. Recorrer la bodega y probar vinos era parte de la excursión, algo que hicimos disfrutando de un par de vinos buenos y otros no tan buenos. De todas formas no vi a nadie que escupiera el buche de vino que se probaba, sino que pasaba directo al estómago sin oportunidad de regreso, salvo por otra vía. Probamos dos vinos tinto, un rosado y un blanco, casi todos de uvas siciliana salvo uno que tenía una mezcla de Cabernet Sauvignon. Compramos un par de botellas y un box de tres litros de vino blanco y regresamos al bus que nos  llevaría a otro lugar a visitar, el pueblo de Castelbuono, famoso por haberse filmado allí algunas escenas de la película Cinema Paradiso.

En uno de los costados de la plaza habían ubicado un puesto donde un grupo de voluntarios del pueblo nos ofrecían probar el pan dulce, especialidad de la gente de ese lugar, un limoncello y dos o tres productos más. Frente al puesto había un grupo de ancianos sentados en sillas que cada uno arrastraba probablemente desde su casa en una sola y larga fila, paralela a la vereda de la plaza. Nos observaban entre curiosos y  malhumorados. Me acerqué al que estaba en uno de los extremos de la fila  y le pregunté si les molestaba estos grupos de turistas que irrumpían en el pueblo. El hombre grueso y pesado de cuerpo, todavía con la fuerza y aspecto del campesino, se le notaba en las manos de gruesos dedos, me miró medio sonriente y respondió: ”Qué va! Solo nos molestan porque nos sacaron de donde estábamos sentados para darle lugar a ese puesto. Ese es nuestro lugar!” protestó. Luego nos fuimos a tomar un café a un boliche donde creíamos se habían filmado algunas escenas de la  película mencionada. Pero no era así como nos lo había vendido la guía del bus. 


Las escenas de la plaza donde está ubicado el Cinema Paradiso pertenecen a un pueblito aún más pequeño que Castelbuono, se llama Palazzo Adriano. Cuando comparaba mis fotos de la plaza de Castelbuono con la de la película, había detalles que no coincidían, sobre todo la fuente. La escuela, que en realidad es una iglesia y la Iglesia de la película, son los dos edificios que pude identificar.
En fin, es un detalle en esta historia sobre una gran película que nos emociona a todos los que por una razón u otra abandonamos el lugar donde nacimos, y que solo los italianos, esto es personal,  con su carga cultural saben recrear. Youtube tiene una nueva versión de la película con subtítulos en español, es incluso más larga que la versión para el cine, dura 2 horas. Se recomienda fervientemente si gustan de este tipo de largometraje. Este es el sitio web donde la encontré en Google: 
https://www.youtube.com/watch?v=12exqRHWSyg
Y si gustan de la música de Ennio y Andrea Morricone, aquí está  la obra completa Tema de Amor, que es el tema principal de la película:
https://www.youtube.com/watch?v=-6sNES3K14M

Jueves 6 de Julio

Desayuné temprano decidido a ir a la playa antes que los chicos llegaran para disfrutar del mar unas horas más. El Hotel Santa Lucía tiene también una zona con reposeras y sombrillas, así que veo una que está libre y la coloco a la sombra del parasol. Una mujer mayor está acomodada en la otra pero un poco retirada tomando sol. Al poco rato percibo que la mujer se muda a la sombra, pero a otra reposera que está al costado de un hombre también mayor. Entonces me doy cuenta que muchas parejas hacen eso, en vez de dos ocupan tres o cuatro reposeras, unas al sol y otras a la sombra.  Van más temprano que los demás, extienden una toalla sobre la reposera y simulan que está ocupada cuando llegan los demás. Casualmente eran personas llegadas de Serbia y Ucrania, que en este lugar practicaban esta forma de aprovechar un servicio y comodidad que dejaba a otros sin poder hacerlo. El respeto y la generosidad es una ”mercancía” cada vez más escasa entre la gente en ciertos ambientes, lo que habla mucho de la condición humana,es decir lo que es mío es mío, y lo que debería ser tuyo también es mío.

Un rato después llegaron los chicos con los gurises a la playa del hotel Tourist y fui a su encuentro. Leon y Sandro están más adaptados al nuevo ambiente, menos inquietos y más concentrados en sus juegos. A Leon le encanta tirar piedras al mar y ver como impactan levantando una fuente de agua. No nos faltan municiones porque en una parte hay mucha cantidad de cantos rodados. Después nos vamos a bañar, MArkus con Sandro en brazos, Leon se queda con Paula en la orilla. El agua está casi tibia, una maravilla poder nadar en esta agua salada. Disfrutamos mucho ese rato de playa y a eso de las cuatro regresamos al apartamento. Esta vez preparo un arroz con mariscos. Lo acompañamos con un vino blanco siciliano elaborado con la uva Grillo que se adapta muy bien al sabor de los mariscos. Hablando de uvas, el vino más común en Sicilia es el tinto que se elabora con la cepa Nero d´Avola. Avola es una región de Sicilia en la parte sur de la isla. Otras uvas conocidas de allí son Grecanico, Catarrato, Carricante y otras variantes.


Viernes 7 de Julio

Desayuné temprano y me puse a escribir sobre los últimos días y acontecimientos en el país. Y a escuchar algo sobre la realidad política de Italia. Los debates reproducidos en los medios me llamaban la atención ya que el panorama siempre estaba cargado de amenazas de renuncias, alianzas impensadas o muy posibles, aunque todo muy superficial a través de los noticiarios de la TV. Este medio es lo más consumido por la población, que se entera de poco o nada,  ya que los contextos de las noticias brillan por su ausencia. Como en muchos otros países la gente está escéptica sobre lo que hacen los gobiernos. Muchos sicilianos además se sienten que forman parte obligada de Italia. Una tradición en el  pensamiento de los isleños que siempre tuvieron una cierta independencia del estado italiano, sino políticamente, al menos mentalmente. 
Las noticias policiales, catástrofes, inmigrantes, guerra de Siria, es lo que domina en los medios. Poca gente lee periódicos, como en España, sino que mira la TV o escucha la radio. En Suecia está sucediendo algo parecido pero menos dramático, y con una diferencia, la TV y la Radio públicas suecas son mucho más imparciales que en estos países del Mediterráneo. A diferencia de Italia en Suecia siempre están los argumentos y las dos opiniones sobre el tema de debate. Algo que debería ser en todos los medios de prensa que se precien de serlo, sino solo son propaganda para el bando político que lo financia, sea el estado o un privado.

Me encuentro con los chicos que ya han llegado a la playa. Sandro y León han comprendido definitivamente lo divertido que es jugar en la playa, disfrutar del mar, las olas que golpean y arrastran, la arena donde se construyen castillos, o se corre haciendo zig-zag entre los bañistas. Después de pasado el mediodía nos sentamos en el servicio de bar y restaurante de la playa a tomar una cerveza y los chicos los helados preferidos. Luego partimos hacia el apartamento donde se alojan los chicos  y preparé el menú del mediodía, que no era más que tagliatelle con una salsa clásica, aceite de oliva, tomate, cebolla, ajo, romero y albahaca. También hice unos pimientos verdes fritos en aceite de oliva, les llaman padrones. No los he visto en Uruguay y a Suecia llegan importados de España. Son deliciosos. 

De sobremesa probamos el limoncello que los chicos compraron en la bodega. Bien frío estaba delicioso. A la noche, después que Sandro y Leon se durmieron, algo que costó bastante, Paula y Markus se fueron a pasear por el pueblo y a disfrutar de un rato juntos, algo que no hacen muy seguido con los gurises tan pequeños, y yo me quedé cuidándolos por si se despertaban. Por suerte no hubo ningún percance, pues estaban tan cansados que durmieron como troncos toda la noche. Llamamos un taxi cuando los chicos regresaron, y me marché al hotel pasadas las 12 de la noche. Mañana será el último día en Cefalú.

Sábado 8 de Julio

Este sábado no fue muy diferente a los días pasados. Fuimos a la playa y al atardecer paseamos por Cefalú, algo que no habíamos hecho juntos porque yo estaba bastante cansado al llegar el atardecer y ellos con los chicos estaban también muy ocupados. La terraza nos atrapaba los atardeceres con una botella de vino blanco frío, y era difícil de escapar de ese abrazo. Cefalú mantiene todo su aspecto medieval y renacentista interrumpido a veces por algún que otro edificio más moderno, pero el casco antiguo con su catedral, también de estilo normando, es muy atractiva con sus estrechas calles de piedra, sus  comercios artesanales, sus plazas donde las palmeras tratan de refrescar el aire con sus anchas ramas. 

El comercio como en la mayoría de estos balnearios se ha apoderado de la calle principal. De eso vive mucha gente del pueblo, ya que otra actividad, aparte de los servicios públicos y poco más, no existe como fuentes de trabajo. La construcción de hoteles se realiza a las afueras de la ciudad, pero la capacidad limitada de las playas hace muy difícil atraer inversores en hotelería. No hay lugar donde los bañistas puedan disfrutar de la playa, salvo que rellenen de arena las que están ocupadas por las piedras, algo que el mar se encarga de arrastrar en el invierno. LA ciudad en sí es simpática, y tal vez las limitaciones del espacio físico de las playas haga más atractivo este lugar para el turista  que no quiere ahogarse en las multitudes que recorren las calles y los paseos marítimos de lugares como Benidorm, por ejemplo.   Esa noche me despedí de los chicos, hemos pasado juntos unos días espléndidos, conviviendo y divirtiéndonos con las ocurrencias de los niños, los paseos y las conversaciones de adultos que surgen cuando los peques te dejan espacio. 


Domingo 9 de julio

Ha llegado el fin de mi recorrido por Italia y regresar a Suecia con una escala previa en Roma.  Primero tenía que  viajar de Cefalú a Palermo en el tren de las 15.10. Una vez en Palermo viajar en el bus hasta el aeropuerto Falcone.Borsellino y tomar allí el avión de Alitalia a Roma a las 19.20. 
Tres semanas intensas en cuatro lugares diferentes en Italia han dejado una sensación de bienestar y de un deseado disfrute de conocer más a fondo la cultura de las diversas regiones del país.
Pero este viaje ha estado signado por sucesos, episodios que en parte agregan momentos dramáticos e indeseados. Ahora era el turno de un nuevo episodio causado esta vez por el tren italiano, o mejor dicho, por la ingenuidad de un turista desprevenido. 

Sin embargo, primero debo relatar mi encuentro con Giuseppe, un albañil que me encontré en una de las terrazas del hotel Santa Lucía este domingo de mi partida. Giuseppe estaba sentado conversando con un par de amigos, a la sombra en una terraza donde el calor no castigaba tanto. Como vi que era gente del pueblo les pregunté si en Cefalú había algún servicio de autobús urbano que pasara por el hotel y me llevara hasta la estación de trenes, ya que debía viajar a Palermo en el tren de las 15.10, según había leído en la página de internet de Trenitalia.

Giuseppe me respondió que ese servicio no existía en la ciudad pero que él podía llevarme hasta al estación. 
  • "A las 14.15 estoy de regreso. Ahora voy a comer el pranzo y luego regreso y te llevo"  - me dijo muy seguro de sí mismo. Los otros dos amigos ya se habían marchado. Como apenas nos conocíamos después de intercambiar algunas palabras, le dije que no se molestara, pero insistió tanto, y conociendo la mentalidad de los sicilianos, tuve que ceder al fin ante tanta amabilidad. Y a las 14.15 allí estaba Giuseppe como había prometido, con su macchina esperándome frente al hotel. Su entusiasmo por hablar con un extranjero me recordó algunas experiencias en España, donde también allí las   personas mayores, sobre todo si son mujeres,  empiezan a contar sobre sus vidas apenas te conocen. En Suecia tiene que pasar mucho tiempo para que esto suceda, salvo rarísimas exepciones. También me sorprendió que Giusseppe me contara cosas personales muy pronto, ya que entre los hombres esa espontaneidad es aún menos frecuente comparado con la espontaneidad de las mujeres. En fin, en todo caso solo escribo sobre lo más inmediato que me contó y menos dramático , el resto queda en la intimidad de nuestra conversación. Estaba muy amargado porque su patrón no le pagaba desde hacía tres meses, según me dijo. No era la primera vez que le ocurría, porque al parecer en Sicilia, los que trabajan en negro, corren a menudo ese riesgo si tropiezan con patrones inescrupulosos y explotadores. Tiene una hija de 21 años y un hijo de 30. Luego me preguntó si quería dar una vuelta por Cefalú, deseaba mostrarme el puerto y la zona donde había nacido cercana al embarcadero, así que como había tiempo allí nos fuimos. Después de ese recorrido enderezamos hacia la estación de trenes y me acompañó hasta el andén. Seguimos conversando y a la hora 15.10 estaba llegando un tren, extrañamente puntual, según las dudosas e irritantes rutinas del servicio  de trenes en Italia.

Nos despedimos con un abrazo, prometiendo seguir en contacto, intercambiamos números de teléfonos, y le pregunté a otro pasajero si era este el tren a Palermo, a lo que el hombre contestó moviendo la cabeza afirmativamente. No debí confiar en ese gesto, sobre todo porque en otras ocasiones cuando preguntaba por la parada de un bus, (pullman le dicen en Italia) o alguna calle,  me decían a la destra o a la sinistra, y era completamente al revés. Mala leche? Una forma indolente de ocultar la ignorancia? En fin, me comí más de una vez esos desplantes y la del tren fue fatal, porque no era Palermo el destino del tren, sino Messina, o sea iba en sentido contrario. Además debí de haber chequeado en la pantalla del cartel digital si realmente se trataba de mi tren a Palermo o no. Por aquello de la puntualidad, verdad?

Comencé a sospechar del error cuando el edificio del hotel Santa Lucia no aparecía a los pocos minutos de abandonar la estación. Desde mi balcón del hotel veía todos los días pasar a los trenes que hacían sonar su bocina cuando veloces transitaban por las vías ubicadas a pocos metros de las terrazas del hotel rumbo a Palermo. Entonces le pregunto a una chica sentada frente a mi si realmente el tren va a Palermo.
  • No señor, este tren va a Messina, respondió.
La respuesta cayó como una piedra en mi cabeza y me aplastó el sombrero de papiro que me habían regalado para mi cumpleaños Paula y Markus. Confundido a pesar que había sospechado la verdad desde la partida del tren, me senté a pensar cómo haría para regresar a Cefalú y luego llegar a tiempo al aeropuerto de Palermo.
En ese momento el tren comienza a aminorar la marcha, lo que indicaba que estábamos llegando a una estación. Así era, se trataba de Castelbuono, que habíamos visitado en una excursión juntos con Paula, Markus y los chicos. Manotee mi valija y mi mochila y después de cierta dificultad para abrir las puertas que son de un sistema mecánico y no eléctrico, pude bajarme del vagón y encontrarme con el guarda del tren.
  • Me he equivocado de tren. Debo ir a Palermo, paran aquí los trenes que van hacia allí? - le pregunté al hombre de cara rosada y bigote blanco.
  • Sí, en el andén de ahí enfrente -me respondió y se subió al tren que inmediatamente se puso en marcha.
No tenía idea por supuesto cuando vendría el próximo tren en aquélla dirección. Me paré a la sombra de un frondoso árbol, la temperatura a las 15.30 era de 35 ºC así que la sombra del árbol era un alivio. Pasó un rato y no llegaba ningún tren, no había cartel electrónico y la estación de este pueblo estaba más desierta que la de aquélla película americana Bad Day at Black Rock, con Spencer Tracy y Robert Ryan, entre otros. Impaciente me decido dejar la sombra del árbol y hago una incursión hasta lo que sospechaba era una lista de los horarios de los trenes, protegida por un escaparate de vidrio. Allí había exactamente horarios de llegada y salida, pero a Castelbuono no lo nombraban ni por casualidad. Pasados otros quince minutos suena una campanilla en la estación y desde un altavoz se advierte de la llegada de un tren. ”Para su seguridad retírese detrás de la linea amarilla” advierte la voz masculina. Y en la boca de un túnel que está a un kilometro de la estación veo esperanzado aparecer la locomotora del tren con la dirección que estaba esperando, seguro de que iba a Palermo. Así que me paré con el equipaje preparado para subirlo apenas parara la máquina, pero esta siguió de largo a toda velocidad con un bocinazo como saludo. 
Media hora después se repitió la misma escena y el tiempo se comprimía, eran las 16.00 y me convencí que estaría esperando eternamente que parara un tren allí. En eso llegó un coche y se bajaron dos jóvenes y les pregunté si sabían de algún tren que parara en la estación. Uno de ellos me dijo que él acostumbraba a viajar a las 17.00 pero como era domingo no sabía si realmente el tren pararía allí. ”Castelbuono es muy pequeño”, me dijo con una sonrisa resignada.

Ya no tenía otra alternativa que llamar a un taxi, y así lo hice. El taxista me respondió que estaría en la estación en 15 minutos así que lo esperé esperanzado de que todavía podía tener una chance de llegar al aeropuerto a tiempo. Le pregunté cuánto costaría el viaje a Cefalú, 25 € me respondió. ”Está bien”, dije con la frustración de que una vez más los tropezones de las partidas me estaban costando sumas extras que no estaban en los planes. El taxista me llevó hasta la estación pero en el camino me dijo que como era domingo no creía que había muchos servicios de trenes a Palermo. Y tenía razón, el próximo tren salía a las 18.00 así que nunca llegaría al aeropuerto en hora. ”Pero, tenemos un coche que puede llevarte por 50€ hasta el mismo aeropuerto.Hay tiempo para un viaje directo y llegas antes que cierren el mostrador”. Qué alternativa tenía? Resignado acepté porque me saldría de todas formas más barato que perder el pasaje de avión y pagar uno nuevo.

Andrea se llama el nuevo taxista que arribó a la estación después de una larga discusión con mi primer conductor que lo convenció para que me llevara al aeropuerto. Se bajó de su taxi, saludó y se dirigió a la cantina de la estación, pidió un expreso y después de tomárselo regresó al coche. ”Necesitaba un café para reanimarme” me dijo con una sonrisa. ”Y no te preocupes, a las 18.30 estamos en el aeropuerto”. Y cumplió con lo prometido, a esa hora llegamos para hacer el trámite de facturación en el mostrador. No había cola, el funcionario de Alitalia estaba solo, todos los que viajarían ya habían pasado por allí, así que me puse mi mochila en la balanza para registrarla y cuando me pide el pasaporte, me doy cuenta de la increíble pero espantosa realidad: me había dejado la cartera en el piso del asiento delantero del taxi. Otra vez! Otra vez el estrés de las tensiones me había convertido en una marmota, y la falta de costumbre de tener una cartera colgada en el hombro me había jugado una mala pasada nuevamente. 

Salgo corriendo para ver si el taxi no ha partido, pero ya lo había hecho. Que hago? Esta vez si el taxi había entrado en la autopista no podría regresar inmediatamente, y los minutos eran de oro. Regreso al mostrador y en el camino se me ocurre llamar al primer taxista y le explico lo que me ha pasado. ”No te preocupes, yo llamo a Andrea”, me responde. El funcionario del aeropuerto me pregunta a su vez por el pasaporte y le digo que todos los documentos están en el bolso. De todas formas pregunta por mi apellido, y confiado inicia el trámite de embarque mientras yo miro incrédulo hacia la entrada del aeropuerto para ver si el taxi arriba. No me aguanto más y salgo hacia la calle. Miro hacia la parte por donde entran los vehículos pero nada. Llegan más coches pero ninguno es el Fiat de Andrea. En ese instante miro hacia el otro lado y veo que Andrea con paso apresurado está llegando con la cartera al hombro. Se había detenido a 400 metros para atender la llamada de su colega y como no podía volver con su coche,  caminó de regreso el trecho para traerme la cartera. Se puede tener más suerte dentro del cuadro vivido por ser tan distraído? Difícilmente tendría esa fortuna otra vez. Le di un abrazo a Andrea por su buena voluntad y haberme salvado de otra "catástrofe". Pero la historia comenzó casi como empezó. Este viaje, ya no me cabían dudas,  estaba signado por la influencia de Circe,  la hechicera del Circeo, con la diferencia que Ulises quedó atrapado allí un año y yo pude subir al avión y escapar del encanto de la bella maga del Lacio. Aunque para estar al nivel de los horarios italianos, el avión partiría una hora más tarde de lo anunciado. Buongiorno Italia!… Y hasta la vista!





sábado, 19 de agosto de 2017

Recorriendo Italia. Palermo a la vista (3)



Hace algunas horas que varias ciudades europeas, Barcelona principalmente, se han visto conmocionadas por los ataques terroristas de los islamistas. Escribir sobre  viajes de turismo tal vez parezca inapropiado en estos tiempos que corren. Pero creo que es lo que quieren los terroristas, que nos olvidemos de nuestra vida como ciudadanos del mundo, y solo pensemos en la miseria, fanatismo religioso y maldad en la que ellos desean arrastrarnos y nos escondamos como conejos. Ya en este blog he escrito en varias ocasiones sobre estos atentados, el contexto y las consecuencias. Esta vez no lo voy a hacer, aunque no ignoro cómo los pichones de serpiente empiezan a romper el cascarón allí donde la serpiente madre los puso, y atacan coordinadamente. Es probable que pasemos por nuevas y trágicas experiencias. Nadie puede prevenir los ataques hechos con cuchillos o misiles de cuatro ruedas. Pero tampoco estamos libres de culpa. Occidente ha hecho mucho para que todo esto suceda. Creo personalmente, que todo esto es la recurrente historia de las civilizaciones y la barbarie.


Mi primer impulso cuando planeaba el viaje entre Nápoles y Palermo era hacerlo por tierra o mar. Pero cuando comprobé el tiempo que me llevaría recorrer la distancia arriba del tren frecciarossa, me arrepentí. 10-11 horas de viaje era demasiado aunque esos trenes sean cómodos. Ya había viajado en una ocasión entre Venecia y Florencia en uno de ellos y tienen un buen estándar. Pero ni el precio del billete con respecto al avión era mucho más barato y ni hablar de las horas ahorradas. El avión sólo me llevaría una hora. Lo mismo si elegía viajar en un ferry. Así que desayuné tranquilamente y me despedí de Ana y Carmen, que durante mi estadía habían sido muy simpáticas y serviciales en su trabajo de atención a los huéspedes. Carmen hablaba un poco de español y quería practicarlo mientras yo desayunaba. Me contó que lo aprendió viendo películas habladas en castellano y por la música y las canciones de moda. Ya conocía casi de memoria ”Despacito”.

Partí al aeropuerto Capodichino con bastante tiempo con el bus que hace la conexión desde la Estación Central de Nápoles. Fue una suerte que tomé esa decisión porque la autopista que une Nápoles con el aeropuerto estaba bastante atascada por el tráfico. Para muchos era la hora de comenzar a trabajar así que el bus avanzaba lentamente. 
El caos y el bullicio de la ciudad del Vesubio quedó finalmente atrás, una nueva ciudad por descubrir en la renombrada isla de Sicilia me esperaba. Palermo es su capital y es difícil escapar a los estereotipos que hemos recibido de la industria del cine, Hollywood sobre todo, con películas como El Padrino y las innumerables historias sobre la mafia siciliana. 

viernes, 11 de agosto de 2017

Chismes y Rumores: Duelo de Titanes

Corea del Norte desafía a EE.UU. para que su presencia militar y política desaparezca de la región y deje de ser una amenaza para el régimen de Kim Jong-Ung, tercera generación de la familia, que sin monarquica y contradiciendo los principios ideológicos del marxismo leninismo, el poder pasa de padres a hijos, porque ¿ en quien se puede confiar si no es la familia? En el otro extremo el carismático y siempre vilipendiado presidente Donald Trump, líder del mundo occidental a pesar del resto de los habitantes del mismo. Veamos qué tenían que decirse estos dos titanes armados con misiles nucleares bajo el sobaco en una conversación telefónica captada por nuestra revista.

 Donald T. - Escúchame Mamaracho Cachetón, estás rebasando mi paciencia de hombre de negocios, no voy a permitir que sigas provocándonos y lanzando esos misiles de cuarta categoría al mar, contaminando las aguas y matando quién sabe cuántas especies marinas. No sabes que hay que dar el ejemplo después de la reunión de París?
Kim Jong-un - Y te permites decirlo tú que no quisiste firmarlo, cara de Zanahoria Putrefacta, o si lo prefieres cara de Culo de Chimpancé, o aún mejor Copete de Pájaro Loco. Nosotros estamos preparados para la guerra de todas las guerras. Los haremos papilla. El desastre de Pearl Harbor va a ser un poroto al lado del daño que les vamos a hacer cuando los misiles de carga nuclear caigan sobre Guam.
D.T. -No seas pendejo, como puedes creer que esos misiles van a caer en esas islas si apenas  tienen dirección acertada. Nuestros aviones, los Tomahawk, y las bombas de Hidrógeno los van a aplastar como cucarachas. Tu régimen se desplomará como un castillo de naipes. Y esta vez no estará Mamá China para ayudarte como en los '50. Ahora están solitos y los vamos a dejar pidiendo agua por señas. Todo el régimen se irá a la mierda y a vos te vamos a llevar al tribunal de La Haya.
K.J- un. -No cantes Victoria fanfarrón, no conoces la capacidad del pueblo norcoreano para resistir y vencer a las tropas invasoras. Podrán lanzar todas las bombas que quieran, trasladarnos a la Edad Media como afirman, pero no conseguirán doblegarnos. Recuerden Vietnam, Afghanistan, Irak, guerras que han perdido a pesar de la ventaja tecnológica. Nosotros somos de acero como Papá Stalin lo anunciaba cuando conoció a mi abuelo.
D.T. - Deja ya de nombrar a tus antepasados de pacotilla. Apenas soplemos el tablero se caen todos dentro del mismo balde. No tienen la más mínima chance. Nuestros portaaviones y sus bombarderos están listos para incursionar y dejar caer su carga mortífera. Tendrás que irte a lo más profundo de la tierra si quieres salvar el pellejo.
.K.J.un. - Ya que insistes en amenazarnos Pájaro Carpintero, te diré que te espera una sorpresa muy desagradable todavía no anunciada. Sabes cómo me llaman mis súbditos? Sí, has adivinado, Brazo de Hierro me llaman, por mi fabulosa capacidad de romper con un solo golpe de karate ocho filas de ladrillos.
D.T - Eso no es nada monigote, a mí me llaman mis amigos íntimos Bolas de Acero, por mi capacidad sexual que está sobre toda dimensión humana conocida. Te desafío a ver quién se acuesta con más mujeres en 24 horas. Como Mesalina, la mujer de Claudio, el emperador. El que pierde tendrá que hacer desaparecer toda arma nuclear.
K.j.un: Quieres  tenderme una trampa, Eunuco Esperpento, crees que no conozco tus secretos de lagartija impotente? Mejor reunámonos en el pueblo donde se filmó la película Por un Puñado de Dólares y cada uno con un .44 en la cintura decidirá quién es el mejor. Ya las Bolsas han bajado suficiente y es hora de empezar a comprar de nuevo.
D.T - No puedo negar que eres una alimaña implacable. Me has sacado de la manga lo que estaba por decirte. Las acciones han caído a un nivel perfecto por la amenaza de la guerra y la producción de armas se ha duplicado. Ahora podemos comenzar a invertir en ellas. Pero recuerda que tenemos tus fondos sancionados y congelados como parte de las sanciones. Esa guita no la podés tocar.
 K.J-un.  - No te preocupés Depredador del Universo, tengo agentes de tu propio país que hacen los
negocios en mi representación. Jamás las sanciones me pegan a mi. Claro que el glorioso pueblo
norcoreano tiene que sacrificarse. Pasar un poco de hambre de vez en cuando fortalece la moral. Por
eso ustedes los norteamericanos son tan flojos y engordan como cerdos bien cebados. Pronto tendrán
un ejército de obesos que no podrán correr más de cincuenta metros. Y entonces seremos nosotros
quienes los aplastaremos como renacuajos.
D.T. - No te confíes que estamos desarrollando los ciborg que reemplazaron a los soldados humanos. Son invencibles. Te paso el dato de la compañía que los construyen, es la Ciborg International Company, y van a lanzar al mercado las acciones que subirán de precio como leche hervida. No te lo pierdas Cachetón Trasnochado. Y por el dato quiero el 3% de las ganancias.
K.J-un - Hecho! Seguimos con la farsa unos días más y dejamos que aparezca algún intermediario que quiera enfriar la retórica belicista. Tenemos en el Consejo de Seguridad algunos candidatos. Que te parecen los suecos? Larga experiencia diplomática. Aunque me gusta ese país que sus ciudadanos se hacen llamar orientales, tal vez podemos hacer que intervengan y nos comemos juntos un asado en la chacra de Mujica. Que te parece la propuesta Cerdo Intragable?
D.T. -Sea! Pero mi mujer no va a querer participar cuando vea los asientos de la chacra. Sus aristocráticas posaderas no están hechas para semejante estilo Pobreza En Onda...

Aquí lamentablemente se interrumpió la conversación, pero es suficiente para convencernos de la Gran Conspiración Internacional que juega con los destinos del planeta. De todas formas recuerden que son chismes y rumores
 Hush-Hush




sábado, 5 de agosto de 2017

Recorriendo Italia. Nápoles y Pompeya (2)

Capítulo II

Nápoles a la sombra del Vesuvio

Jueves 22 de Junio

Giulia, que se había convertido en mi hada madrina, me pasó a buscar temprano con el coche, cargamos el equipaje, y nos fuimos a desayunar a una cafetería  vecina a la playa regenteada por gente amiga. Luego me acompañó hasta la estación de trenes y allí nos despedimos. Yo me subí al tren que me dejaría en la estación de la ciudad de Campoleone, donde haría el trasbordo hasta mi próxima meta: Nápoles

Después de bajar allí en Campoleone cambié de andén y me senté a la sombra. Debía esperar una media hora el arribo del tren que me llevaría a la ciudad del Vesubio. Allí entablé una conversación con un hombre que vestía uniforme de fajina de la Fuerza Aérea italiana. Me preguntó si iba a Nápoles y le contesté que sí, que iba a visitar por primera vez la ciudad y también a Pompeya. Como se dio cuenta por mi italiano castellanizado que era  extranjero, me preguntó de donde venía. Le expliqué mi doble nacionalidad y se interesó por Suecia y la vida en el país nórdico. Estaba interesado en saber si las suecas eran tan liberales y abiertas a las relaciones amorosas, por decirlo de una manera educada. Le dije que seguro que habría diferencias entre una napolitana y una sueca, pero al final es la mujer la que elige. Creo que no se quedó muy conforme con la respuesta, pero ya no me preguntó más sobre el asunto. Luego me contó de su servicio militar en la Fuerza Aérea donde trabajaba como personal de tierra; contaba con tres días de descanso y luego regresaría al norte, donde estaba destinado. Por último me advirtió con una sonrisa que cuidara de mis bolsillos en Nápoles. Su familia habitaba en un suburbio de la ciudad, y se bajó en una estación anterior al destino  final, donde yo descendí poco después, cargado de expectativas.

Nea Polis es la denominación griega de Ciudad Nueva que según la historia de esta región fue construida por los colonos griegos a poca distancia de otra que ya existía,  denominada Parténope o Palépolis (Ciudad Vieja). El primer nombre hace referencia una vez más al mito de la Odisea. Ulises cuando continuó su viaje después de la prolífica estadía junto a Circe, navegó rumbo a Itaca, pero rápidamente se vio atraído junto a sus hombres por el canto de las sirenas desde la Isla de Capri. Estas eran tres, y Parténope era la menor de ellas, las que con sus dulces cánticos hechizaban a los marineros que se lanzaban al agua en su busca, para morir ahogados en su desventura y arriesgada apuesta. Ulises, previendo la tragedia que podía esperarle se hizo atar al palo mayor de su nave, y disfrutar de la bella música de las voces de las sirenas sin correr el riesgo de ahogarse. La que se ahogó fue en cambio Parténope. Cuenta la leyenda que murió de pena por fracasar en atraer a Ulises al fatal destino. El cuerpo de la sirena llegó a la costa de Palépolis, y por alguna razón, tal vez por temor a los dioses o por alguna maldición sobre el lugar donde encontraron a la sirena, los nuevos colonos griegos eligieron levantar la nueva ciudad a cierta distancia de allí. 

La bautizaron como ya dijimos Nea Polis. Nada tiene de leyenda el posterior desarrollo de 
la historia de la ciudad y la región de Campania,  azotada por las continuas guerras entre Roma y los etruscos, voscos y sabinos, entre otros,y siglos más tarde las confrontaciones entre los reinos de la propia península itálica, con la España de los borbones, con la Francia de Napoleón, con la Austria de los Hagsburgo e Inglaterra, siempre intentando expandirse sobre todos los mares. Voy a mencionar solo que en Italia la corona de Aragón fue la que conquistó territorios ya en 1242, y desde entonces España disputó distintos reinos en el norte, sur de la península y Sicilia.  El final de la presencia española es la caída del reino de las Dos Sicilias en 1860, que comprendía la Italia meridional y la isla de Sicilia, con Nápoles como capital.

 Vista de la Piazza Garibaldi

El tren arribó finalmente a la estación Central de Nápoles. Una moderna y funcional construcción de vidrio y acero unida a una plaza de grandes dimensiones, la Plaza Garibaldi. El hotel, mejor dicho el albergue Bed&Breakfast  Anna´s Home, que había reservado desde Suecia, quedaba muy cerca de la estación de trenes, apenas unos 300 metros. La idea era instalarme sin necesidad de viajar en taxi o en ómnibus. Llegué a la Via Silvio Spaventa, pavimentada con adoquines relucientes como muchas calles de la ciudad. Me puse a buscar el número 18 como estaba indicado en el aviso
, pero no había número visible en muchas de las puertas, y el cartel con nombre del albergue no figuraba en ninguna fachada. Había  tres hoteles en la misma calle cuyos carteles se veían claramente, pero de Anna´s Home ni sombra. 
Al final me acerqué a una pizzería donde pregunté al camarero que estaba parado en la puerta si conocía el albergue. ”Sí, aquí al lado, en el palazzo”, me dijo lacónicamente. Tal vez aburrido de que le preguntaran. E l palazzo era un edificio viejo, probablemente del 1800 y tantos, que había conocido mejores épocas. Había que ingresar por una amplia  entrada abovedada. A un costado había un portal que llevaba a una escalera, y allí estaba el nombre del albergue modelado en un discreto cartel. Subí hasta el primer piso y detrás de un pequeño mostrador me recibió Carmen, una chica napolitana que trabajaba en la recepción por el verano en el hotel, según me dijo.  Entonces me di cuenta que en realidad el albergue era parte Hotel Cine Holiday, y se escondía de esta forma probablemente para engañar a la DGI. Buongiorno Italia! 

Lo constaté al registrarme cuando Carmen delicadamente me advirtió que debía pagar contante y sonante al retirarme el último día. "Nada de tarjeta, signore".  Una forma sutil de engañar al estado y burlarle el IVA, me imagino. Recibí una habitación amplia con baño privado, aire acondicionado, TV y con ventana a la calle en el primer piso. El precio no era más barato que una habitación de un hotel de tres estrellas.  Tengo que reconocerle a Ana, la propietaria con la que hablé al otro día, que había adornado con mucho gusto las habitaciones del hotel y albergue con afiches y fotos de artistas y películas americanas e italianas, preferentemente de las décadas de los 50 y 60 además de la recepción. Así que en el comedor el desayuno lo hacía en compañía de Sofía Loren, Marcelo Mastroianni, Ana Magnani, Gregory Peck y otros. En la habitación Marilyn Monroe me hacía compañía. 

Salí entonces del albergue y me decidí a hacer un reconocimiento por la zona y buscar un restaurante donde almorzar. Ya eran casi las tres de la tarde y la panza estaba rezongando. Pronto comprobé que el caos en las calles de Nápoles era un sistema donde autos, motociclos de todo tipo y peatones eluden las luces del tráfico pero por esas reglas culturales establecidas entre unos y otros se evitan al parecer muchos accidentes. Aunque no me caben dudas que los más desprevenidos pagan el precio de la audacia.
La verdad es que hay que armarse de coraje para cruzar las avenidas con el semáforo en rojo como lo hace una buena parte de los peatones. Esperar la luz verde parece ser una idiotez para los que desafían el destino. con el riesgo de sucumbir como los marineros que se ahogaban por perseguir sirenas frente a la isla de Capri. 

Después de recorrer algunas calles encontré un restaurante donde el menú del día ofrecía una serie de platos, entre ellos unos gnocchi a la salernitana. Curioso y con hambre me decidí por este plato, una ensalada mixta y una botella de agua. La ”salsa salernitana” de los ñoquis estaba hecha con mucho tomate, ajo y hierbas como el romero y la albahaca para darle sabor. En todo caso ninguna receta que fuera una sorpresa como había creído. Pero el plato estaba bueno, los ñoquis tenían un buen porcentaje de papas y un discreto sabor a nuez moscada. 

Después regresé a la Plaza Garibaldi, que en parte estaba siendo remodelada y la habían cerrado con un alto y extenso muro de plástico. La parte abierta donde circula la gente  tiene dos niveles. El de superficie  está adornado con una estructura de metal y de vidrio que sirve de techo a la parte inferior subterránea donde hay algunas tiendas de ropa de moda, y las entradas y salidas a la estación del trenes y del Metro.
La zona alrededor de la plaza se extienden barrios con edificios maltratados por el tiempo, con muchas, albergues, pensiones y hoteles. Resalta la cantidad de inmigrantes que deambulan por las calles, sobre todo africanos, tanto árabes del norte del continente como los subsaharianos. Algunos que no tienen donde dormir e improvisan con cartones las ”camas” en la misma plaza que ocupan después de pasada la medianoche con el beneplácito de la policía. Es muy palpable la marginación de la población africana en Nápoles, gente que está llegando a Italia a través del Mediterráneo. Subsisten en el ambiente ilegal de los que se aprovechan de ellos para vender drogas, cometer delitos, prostitución, extorsión o simplemente vagabundear porque no tienen donde ir. Los chinos inmigrantes, son menos visibles en las calles de Nápoles, los emplean en fábricas clandestinas de ropa, carteras y otros artículos que luego se distribuyen en Europa con el sello de marcas reconocidas pero a bajos precios. Los turistas suelen ser buenos clientes para estos artículos. La mafia napolitana, conocida como La Camorra, es la que maneja los hilos de buena parte de la economía sumergida de la ciudad y la provincia de Campania. También la legal como el caso de la recolección de basura que ha sido muy comentado internacionalmente cuando una larga huelga tapó de basura a la ciudad. La película Gomorra es uno de los últimos aportes dramático-documentales del cine basado en el libro de Roberto Saviano, sobre hechos reales.

Viernes 23 de Junio 


 Después del desayuno, me he decidido visitar el Museo Arqueológico de Nápoles (foto), muy conocido por reunir exposiciones itinerantes y permanentes, con muchos material procedente de las ruinas de Pompeya y Herculano. Con la ayuda del mapa de Google me largo a la calle para recorrer el camino hasta allí. Calculo unos 45 minutos de caminata. Me pierdo por algunos callejones a pesar de la ayuda del satélite. Qué ironía caminar ayudado de esta manera en un barrio que es un laberinto. Al fin doy con vía Duomo y me oriento nuevamente. Llego al museo y compro el billete. Allí me entero que con mi tarjeta de periodista hubiera podido entrar gratis. No la había llevado conmigo porque simplemente iba de turista y la había dejado en casa. 

El museo expone este verano esculturas que pertenecieron a la familia renacentista Farnese, son gigantescas esculturas de mármol que representan a dioses y semidioses griegos, romanos y otras figuras. Es imposible evitar admirar e impresionarse por estas esculturas no solo por su dimensión, sino por la perfección con que fueron creadas, los detalles de los músculos, los pliegues de la ropa, o por la escena del Toro Farnese donde dos hombres y una mujer intentan dominar al animal enfurecido. El museo contiene también una sección de las culturas de Mesoamérica, de numismática, escritos antiguos en papiro y una muy particular en el llamado Gabinete Secreto. Esta es en realidad una exposición de figuras  en bronce, cuadros y esculturas en distintos materiales de arte erótico. Hay un marcado culto al falo en estas distintas expresiones artísticas y artesanales, así como las posiciones del acto sexual que eran tal vez las más populares en aquélla época. Lo más  llamativo y exótico sin dudas es la escena de una escultura donde el Dios Pan de la Fertlidad, es representado en el momento de fecundar a una cabra. Una escena muy fuerte para los ojos de la gente en general, aunque probablemente quien la hizo quiso dejar plasmado en la escultura la intervención de un dios pagano en el éxito de tal fecundación y una cuota de humor para las futuras generaciones. Hoy la pornografía invade nuestros hogares a través de internet o la tv, los antiguos ciudadanos del imperio romano se
  regocijaban con estas figuras. Es la tecnología la que cambia, la mente de los hombres, y hablo sobretodo del género masculino, poco ha cambiado en dos mil años.
Como todo museo es de grandes proporciones el tiempo que lleva recorrerlo se puede extender por muchas horas, tal vez días. Todo depende de la ambición de cada uno en cuanto a profundizar en las distintas expresiones artísticas o documentales de la época y comprenderlas en su contexto. Yo estuve seis horas y no pude llegar a recorrerlo todo. El cansancio me fue invadiendo y la certeza de que me esperaba otra caminata de casi una hora para llegar al hotel. Nada de gracia me causaba pensar en esta perspectiva que al final tuve que cumplirla como me había propuesto: evitar buses y taxis. Había que conocer las ciudades a pie.

Sábado 24 de Junio

Hoy iba a concretar una de las metas más deseadas en este viaje: la visita a Pompeya. La tragedia de esta ciudad ocurrida hace 2 milenios creo que es un episodio que despierta el interés y la curiosidad desde que en la escuela nos enteramos de que realmente hay una ciudad excavada de las cenizas que el Vesubio lanzó cuando entró en erupción. Desayuné en el albergue un capuchino y dos cruasanes y me largué a la calle rumbo a la estación de trenes. Allí debía esperar el tren de la línea Circumvenusiana que recorre las ciudades que rodean la falda del volcán y tienen su estación final en Sorrento. Como la mayoría de estos trenes locales tienen muchos años rodando por los rieles, y la construcción de los vagones no está construida sin un aislamiento eficaz, si es que lo tienen, el nivel del ruido cuando marcha a veces se hace insoportable. Pero es Napoli, donde la gente parece estar acostumbrada a compartir los espacios públicos, tengan ruedas o no,  sin mayores exigencias, con un grado de tolerancia mucho más alto que en otras ciudades de Italia. 


En el hotel me advirtieron de que los carteristas frecuentan este tren debido a la cantidad de turistas, muchos desprevenidos. Y para confirmar que no es un mito ocurrió un incidente en el vagón donde viajaba. Una mujer fue víctima al parecer de un intento de robo protagonizado por  un individuo que quiso abrirle la cartera, pero al parecer fracasó en su intento. Como el vagón estaba muy lleno de pasajeros, muchos iban parados, sólo pude escuchar las voces de protesta de la víctima que era italiana , o por lo menos lo hablaba muy bien, y la de otros pasajeros que le reprochaban al carterista su frustrado intento. No hubo violencia, pero el tren se detuvo en la próxima estación y al tipo lo bajaron. Ignoro si la policía llegó a intervenir.

Al llegar a Pompei Scavi muchos descendimos del tren y nos dirigimos a la entrada del complejo que comprende el núcleo hasta ahora excavado, y que es  muy extenso. Se le atribuye las primeras excavaciones al rey Carlos III de España, quien ordenó desenterrar en Herculano las primeras ruinas  en 1738, y  en 1748  las ruinas  de Pompeya. Roque Joaquín Alcubierre fue el ingeniero aragonés que dirigió estas primeras obras por orden del rey antes  mencionado, con el fin de extraer los tesoros artísticos y materiales que hoy se exhiben en Madrid, Roma y Nápoles. No había intención científica al parecer, sólo un intento de hacer con valiosas piezas que guardaban las familias sicilianas.  Luego el trabajo adquiriría una finalidad más científica y arqueológica.
Una vez en la cola de la boletería pude constatar que apenas si había unas veinte personas esperando comprar su entrada. Yo lo había hecho por internet, así que no tuve que esperar y el sendero me llevó directamente a la Puerta   Marina.
Las calles empedradas, los restos del Foro y la Basílica, las casas de las familias identificadas, las termas, los teatros, burdeles, los detalles todavía conservados como los murales, los mosaicos, la continuidad de las paredes de las casas que no se derrumbaron, solo los techos cayeron por el sismo, forman ese entramado urbano que sorprende una y otra vez. Y las figuras humanas de  yeso cuyas formas se recuperaron por el relleno de los huecos dejados en las cenizas endurecidas y que dan  muestra de la terrible agonía que muchos padecieron en el momento de morir. La vida cultural más representativa sin duda están en la existencia de dos teatros, el grande y el pequeño. 
La Basílica era donde se impartía la justicia.  Era el edificio público más importante de la ciudad. Según los datos de su contrucción se remontaría al siglo I a.C. (Foto der.)

En del Foro (Foto izq) podemos apreciar su dimensión ya  que era el centro de la vida cívica de las ciudades romanas y también donde parte del mercado desarrollaba sus actividades comerciales, fuera del macellun, edificio donde se instalaban los puestos fijos de los vendedores.  Estaba rodeado por columnas en tres de sus lados y en uno de sus extremos se levantaba el templo de Júpiter Maximus, el dios supremo de los romanos. Según los datos tenía un área de casi 150 metros de longitud por 40 metros de ancho. Allí se exponían las tablillas que informaban a los ciudadanos  sobre noticias de interés público, particulares que anunciaban sus productos e incluso otros que escribían en tablillas de cera sus quejas contra abusos de poder u otras críticas. La ciudadanía romana fue otorgada a sus habitantes después de la llamada guerra social, donde Pompeya se había aliado contra la expansión de Roma. Lucio Cornellio Sila fue quien cimentó sin embargo en el 80 a.C. la dominación romana y Pompeya pasó a ser parte de lo que se convertiría más tarde en el Imperio Romano.

En este deambular por los callejones de Pompeya me encontré con una pareja de peruanos residentes en EEUU y dos argentinas de BsAs según me contaron. Saqué fotos a todos ellos que estaban muy entusiasmados en poder enviar fotos a familia y amigos.  Las calles y veredas de la antigua ciudad es recorrida por gente de las más diversas partes del mundo, una constelación de gente que entran en los edificios en ruinas, se admiran de los detalles plasmados en esculturas, mosaicos o murales, muchos reconstruidos con la minuciosidad de quienes saben que este es un tesoro único, Patrimonio de la Humanidad.
              
A la salida de las ruinas se levanta una estatua de Dédalos, otro personaje de la mitología griega (Foto izq), que parece inclinar la cabeza apesumbrado por la dimensión de la tragedia pompeyana. Fue construido por el escultor polaco Igor Mitiraj. Aún permanecen varias de sus esculturas en Pompeya.
La foto de la Casa del Menandro (izq. y der.), donde podemos ver las pinturas que adornan la pared y el jardín de la casa rodeada de columnas, asombra que la vivienda se mantuvo en pie casi enteramente. Fue recuperada de las cenizas entre 1926 y 1932. El nombre tiene su origen en el comediógrafo griego Menandro quien aparece retratado en una de las paredes de la casa. Es una de las villas más ricas de la ciudad. Se especula que su propietario debió ser un aristócrata, probablemente activo en la política de la ciudad. En esta villa hay pinturas y mosaicos que decoraban diversas partes de la vivienda.Se percibe además las preferencias y el estilo de vida de aquél personaje así como los gustos de la época en la Pompeya antes de que se desatara la tragedia. 
Recorrí Pompeya durante cinco horas y tampoco aquí me dio el tiempo para conocer todo lo que quería ver. Las calles  y las veredas empedradas también agotan  por haber perdido con los siglos el nivel más parejo que seguramente tenían. Hay que reconocer cuando ya el calor y el cansancio te llevan a tomar la decisión de finalizar el paseo, con el sentimiento de haber quedado en deuda con la visita a la ciudad. En esta imagen vemos la sombra del Vesubio detrás de los muros y los techos de las casas. La nubes cubren veladamente su cumbre.
 Uno de los lugares que no alcancé a visitar fue el enorme anfiteatro de la ciudad.  Su construcción  data del año 70 a.C. y según los arqueólogos fue el primer anfiteatro romano edificado en piedra. Tenía una capacidad para 20 000 espectadores. Recién un siglo después sería construido el Coliseo de la misma manera, es decir con la piedra caliza. 
Por lo general en ese entonces estos lugares de espectáculos de gladiadores y otros entretenimientos eran construidos en madera.
Otra construcción interesante fue la del acueducto  que proveía de agua a la ciudad, donde se instalaron fuentes y donde los habitantes podían proveerse de agua fresca llenando sus ánforas para el consumo hogareño. Ese sistema todavía provee de agua a los turistas sedientos, yo entre ellos.

Pompeya era además puerto fluvial ubicado a orillas del río Sarno para la entrada y salida de productos que en una buena parte eran enviados a Roma. El final de este período de prosperidad empezó en realidad en el año 62 d.C cuando un terremoto asoló la ciudad destruyendo muchas casas y palacios. Luego vendría la erupción del Vesubio en el año 79d.C para terminar de darle el golpe final y enterrarla por casi dos mil años.


Domingo 25 de Junio 

Hoy me he propuesto llegar hasta el llamado barrio español. Una zona empinada con negocios pequeños, trattorias, pizzerias y restaurantes. Los hoteles también abundan. La via Toledo es una peatonal donde la gente va de compras porque allí se concentran también las tiendas y negocios que venden productos de marca. Aquí no es popular la consigna  No Logo.

En ese recorrido llegué hasta el Palacio Real, la antigua residencia de los Borbones provenientes de España. No voy  a extenderme en esta historia porque es muy complicada por la permanente intervención de las potencias europeas de la época que se disputaban fervientemente estos territorios de la bota italiana durante siglos. De todas formas ya en siglo XIII el reino de Aragón había conquistado territorios en esa parte de Italia. Solo haré referencia a que los borbones españoles fundaron el reino de las Dos Sicilias después de un largo proceso en 1816. Más tarde, Giuseppe Garibaldi daría fin a la dominación española en 1860.
Frente al Palacio Real se extiende la Plaza del Pleibiscito y se alza la gigantesca Basílica de San Francisco de Paula (Foto der.) cuya construcción estuvo organizada por el rey Fernando I. Muy cerca de estos dos monumentales edificios se encuentra otro lugar de visita para los turistas, el llamado Nápoles subterráneo. Sin embargo el cansancio acumulado me hizo renunciar a otra caminata de una hora por estrechos pasadizos donde se prometían algunas sorpresas, pero como siempre en estos casos, es más lo que se promete de lo que en realidad se obtiene como resultado. Me quedé sentado en un banco de piedra a la sombra, con la espalda apoyada en una de las gruesas paredes de la fachada del Palacio Real (Foto izq.), tomando agua y viendo el deambular de la gente por la plaza. Luego regresé caminando ya mejor orientado al albergue y me dormí una siesta bien merecida cuando el termómetro marcaba 35°C a las 16.00 horas. 

Esperé que refrescara un poco para ir al restaurante que estaba frente al albergue, donde pensé en comer en esta ocasión algo que venía deseando desde que llegué a Nápoles, esto es una esnsalada de pulpo y a continuación una pasta con frutti de mare, regado con un vino blanco Pinot Grigio. No tuve que arrepentirme de haber elegido esos platos.  

La pizza es uno de los pilares de la gastronomía napolitana, me habían dicho mis amigos. Sin embargo mi experiencia no fue mucho mejor que en otros lugares. Es cierto, me recomendaron un par de pizzerías a las que no fui, y no lo hice simplemente porque quería probar otros platos más elaborados o tradicionales. De todas formas sí probé la pizza en dos pizzerías diferentes, y en una no pude terminarla porque realmente en el centro la masa parecía un chicle, y en la otra no se habían esmerado demasiado en condimentarla y darle un sabor más agradable. También me sentí desilusionado con una trattoria donde intenté comer un plato típico. Un fracaso.

Me despedí de Nápoles con sentimientos contradictorios por el caos y la decadencia de una ciudad que en épocas pasadas fue el centro más importante de la Italia Meridional. Seguramente lo sigue siendo, pero el deterioro de sus edificios, (cuando llegué a Suecia me enteré que se había derrumbado uno provocando víctimas mortales) el caos del tránsito y la pálida impresión que me dieron la mayoría de los lugares donde fui a comer, ayudaron a llevarme esa imagen. Seguramente con más dinero, un mejor hotel en otro lugar me llevaría otra sensación de la ciudad. ¿O tal vez no? En fin, mañana parto rumbo a Palermo.

(Continuará)